La fuerza del mono
El escándalo que han generado unas caricaturas anti árabes publicadas en la prensa danesa me tiene horrorizado. Entenderán que como monero, me interesa sobremanera.
¿Qué hay detrás de este hecho? ¿Qué intereses se mueven más allá de lo evidente?
El magnífico blog Xymphora, dedicado al análisis cruzado de la información periodística ha dedicado sus posts más recientes al caso. Pese a que suele ofrecer las hipótesis más descabelladas (y por ello, deliciosas), en esta ocasión me parecen dignas de comentarse.
El autor pide a sus lectores que por un momento sustituyan los dibujos ofensivos de los árabes por caricaturas burlonas de negros (a los que llama niggers, término despectivo que puede generar una balacera si es pronunciado por un no-negro) o judíos. Yo invitaría a quienes compartimos este espacio a que imagináramos en su lugar los más ofensivos chistes sobre mexicanos guadalupanos. Que un monero danés dibujara a la virgen del Tepeyac como una prostituta lasciva metiéndose unas líneas de coca mientras le rinden tributo unos rancheritos miserables.
Resulta ofensivo, incluso si no eres religioso como yo. ¿Se puede insultar y pisotear las creencias ajenas en aras de la libertad de prensa?
La situación no acaba ahí. Resulta que las leyes europeas prohíben la divulgación de ideas antisemitas en la prensa. Está prohibido hacer burla de la fe judía, así como negar la existencia del holocausto nazi. Prohibido. En cambio no existe ninguna ley que ampare bajo los mismos términos respetuosos a los musulmanes. Es decir, el hecho de nunca haber roto una ley, ¿le daba derecho a los editores del periódico Jyllands-Posten a burlarse de una fe ajena?
La cosa es aún más complicada. Todo parece indicar que se trata de un periódico de filiación ultra derechista, de clara antipatía hacia los inmigrantes de --oh, coincidencia-- países musulmanes y que, por si fuera poco, en su día tuvo abierta simpatía por lor regímenes fascista y nazi de Italia y Alemania.
Y esto no termina. En septiembre, cuando se publicaron originalmente los 12 cartones en el Jyllands-Posten, la reacción de la comunidad musulmana danesa fue una protesta local civilizada y mesurada. No hubo muertos ni bombas. Ante la negativa de los editores de pedir una disculpa oficial, las cosas se complicaron.
Los embajadores de varios países islámicos exigieron disculpas oficiales del gobierno danés (por cierto, de derecha), mismas que fueron negadas como las de Chávez a Fox.
Ante un asunto así de espinoso, ¿porqué volver a publicarlas en un periódico noruego? ¿Y luego en la prensa alemana y francesa, para terminar transmitiéndolas por la BBC?
Fue entonces cuando reventó la bomba. Sólo hasta que la comunidad árabe amenazó con boicotear a los productos daneses (Dinamarca es el segundo productor de leche y sus derivados del mundo), los editores y primer ministro comenzaron a pensar en murmurar un "lo siento". Mil millones de consumidores musulmanes lo valían.
No me parece coincidencia que los países involucrados tengan en común un fuerte problema de inmigración de países musulmanes. ¿Se trata de provocar abiertamente a los árabes, pegándoles donde más les duele (recordemos que en su religión está prohibida cualquier representación gráfica del profeta Mahoma) para hacerlos quedar ante el mundo como un pueblo fanático y salvaje? ¿Buscan tener buenos motivos para prohibir la entrada a sus países a tanta plebe jodida y apestosa?
Soy un defensor de la libertad de expresión. Y profeso ideas rabiosamente antirreligiosas. Pero no estoy de acuerdo en que se ataque sistemáticamente a una comunidad específica con fines tan mezquinos.
Lo siento por los moneros involucrados, que si tienen un miligramo de conciencia se deben sentir basura, golpeadores a sueldo cuyos chistecitos ya le costaron la vida a varios de sus compatriotas.
Y si no coloco ningún link a las imágenes en cuestión, es para evitar que caiga una bomba a este blog.
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