Un sondeo rápido por las noticias de los últimos días:
George Bush, héroe condecorado de la II guerra mundial y ex director de la CIA (saquen sus conlcusiones) vino a México como para hacer ver que no hay tensión alguna en la relación entre su hijo, Dobleú, y don Vicente Fucks.
Al mismo tiempo aparecen hacinados en el contenedor de un camión abandonado en medio del desierto texano casi 70 ilegales introducidos por polleros a los Etats Units.
El asunto es feo, si bien a los grandes estadistas poco les importan la suerte y destino de 70 pobres diablos, y creo que habla mucho de la relación entre ambos países.
Sabido es que la economía norteamericana, especialmente la de los estados del sur, depende en gran medida de la disponibilidad de la mano de obra barata que ofrecen los ilegales mexicanos. Recuerdo la declaración de aquel genio poeta, W. Axl Rose, cuando dijo —reflejando el sentimiento promedio de los californianos— que el TLC era bueno porque hacía falta gente que fuera a limpiar las letrinas.
Sin embargo, el gigante del norte, como buen niño grandote del jardín de niños, se dedica a joder más pequeño —que no por chaparro es poco mañoso, pero esos es otra cosa—, y ahora exige que se ponga PEMEX en la mesa de negociaciones si queremos que haya un acuerdo migratorio.
Salieron más cabrones que bonitos.
Lo que realmente me gustaría sería que deveras un año ni un mexicano cruzara la frontera. ¿No sería bellísimo ver colapsarse la economía califoniana, sin manos morenas que recojan sus cultivos? ¿Sin obreros greasers en las fábricas de Texas y New Mexico?
Tan lejos de dios, tan cerca de los USA, dijo don Porfirio Díaz...
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