Lecciones de historia patria
Como he escrito en otras ocasiones, fui educado en un colegio católico de hermanos maristas, al calor de la oligarquía.
Por ello, para mis compañeros y yo, la historia era muy diferente de la oficial (ya no se diga la real). A nosotros nos enseñaron que el exterminio de las culturas prehispánicas se justificaba en la medida en que América se evangelizó, que el auténtico padre de la patria fue Don Agustín de Iturbide, que Juárez era un indio ojete enemigo de la iglesia, que Maximiliano había sido enviado por la "excelentísma Austria" (sic) a instituir un imperio católico al servicio de Roma pero había sido derrotado por los masones, que eran una punta de gandallas, que los cristeros fueron unos mártires que lucharon heroicamente contra un estado ateo y totalitario, que dios castigó a Álvaro Obregón dejándolo manco por robarse el anillo de un sacerdote, que Gustavo Díaz Ordaz, caballero de Colón, era un hombre honorable que había sido obligado a usar mano dura por las fuerzas comunistas y que Miguel De la Madrid, cuyos hijos y sobrinos iban a nuestra escuela, era un extraordinario presidente por no avergonzarse de ir a misa.
Sin embargo, afuera, más allá de las paredes del colegio, la realidad y lo que decían los libros era muy diferente.
Curas, monjas, diáconos, obispos, frailes y demás fauna que puebla la filas de la iglesia católica viven en un México muy pero muy distinto. En otra realidad. Por ello, estoy convencido de que deben mantenerse al margen de la política. A dios lo que es de dios, al césar lo que es del césar.
Es por todo esto que me parece más que preocupante que Florencio Olvera Ochoa, obispo de Cuernavaca, emita un panfleto consignando 10 presuntos pecados electorales (!), que incluyen el votar por partidos que apoyen el aborto y las uniones diferentes a la familia monogámica.
Es digno de llamar la atención que esta manipulación (no le veo cara de otra cosa) se haga a través del pecado, de la culpa, de lo que, en resumen, mueve al católico mexicano: el castigo.
Acotación autobiográfica
Es curioso, creo que ya lo he escrito, Virginia, mi mamá, fue educada como bautista pero se convirtió al catolicismo para casarse con mi papá. Esa ocasión (la boda) fue la última vez que Bernardo pisó una iglesia, pero Virginia abrazó fervorosamente su nueva religión. Muchos años después, hablando del ateísmo de mi hermano y mío, ella nos dijo que estaba segura que de haber sido educados como bautistas no habríamos perdido la fe. Perhaps, perchance to dream...
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