I'm back
El domingo a las 2 de la mañana tecleé el punto final de mi nueva novela.
Pasé unos días de incógnito en Guadalajara, alejado de cualquier distracción y aprovechando la hospitalidad de mi tío Pepe Toño para acabarla.
De hecho, de Puerto Vallarta me fui a Guanatos donde me encerré 5 días en su departamento, cerca de la Minerva, a terminarla.
Ya en casa de Paquito y Lillyan Haghenbeck intenté adelantar, pero es imposible escribir nada frente a la playa.
Como sea, ayer por la madrugada, en el último día de mis vacaciones, mientras el tío que fue mi primer roomate? andaba en una boda, logré completar el cuerpo básico de la historia. Apenas a tiempo para comprar unos regalos y tomar el avión de regreso.
[Aquí, un paréntesis: pocas cosas se comparan a poner ese punto final. has vivido con la novela durante mucho tiempo, pensando en ella, planeándola, acariciándola para limar las asperezas de la trama. Cuando llegas al punto previo al desenlace es como si iniciaras las maniobras de aterrizaje en un avión: puede salir todo bien o puedes ponerle en la madre al proyecto. Pero cuando acabas y crees que el material es bueno, no sólo quedas exhausto, sino lleno de una alegría difícil de compartir con alguien que no sea escritor(a)]
Con ésta, he escrito tres novelas. No he publicado ninguna de ellas. No ha habido suerte en los concursos (a la mejor son muy malas) pero una de ellas, Gel azul, está ahora en proceso de dictaminación mientras que la otra, El ladrón de sueños, acaba de salir de un concurso de literatura juvenil ?sin éxito? para entrar a otro.
(OK, suena patético. Pero he publicado tres libros solistas, el cuarto viene en camino...)
Esta última, El estruendo del silencio, planeo mandarla al concurso de la UPC de novela de ciencia ficción en Barcelona. Cierra en septiembre, así que hay tiempo para trabajarla.
[Otro paréntesis: por si alguien se interesa, la novela trata sobre un robot en una nave espacial biotecnológica que adquiere consciencia. O algo así...]
Acabar de escribir es la mitad del proceso. Pulirla, trabajarla, ponerla a punto es la segunda mitad. Acaso la más difícil. Es como la diferencia entre rodaje y edición. Un mal editor puede matar una buena cinta. Aquí es igual.
Es como plantar un árbol. Mientras crece, hay que cuidarlo. Cuando está listo, hay que podar y cortar.
Mi querido Chema Hipólito, cuando le conté que me iba a terminar mi libro a orillas del mar, me dijo "tú sí eres un escritor de verdad", lo cual llenó mi ego durante los cinco minutos en que me lo creí.
Hace poco salía con una chica ingeniero. Cuando se enteró que me llevaba de vacaciones mi powerbook para escribir, le pareció excesivamente nerd. Ya no salgo con ella.
Como sea, estoy de vuelta en la ciudad, con una nueva novela bajo el brazo.
Ya la extrañaba. La ciudad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario