jueves, marzo 13, 2003
Expodiseño
En su novela Hollywood, Charles Bukowski, el último gran borracho de la literatura, hace que Henry Chinaski, su alter ego literario, se encuentre en algún lado de Los Angeles con Werner Herzog (a quien le ha cambiado el nombre a Herner Werzog o algo así). Chinaski, quien está escribiendo un guión para su amigo Barbet Schroeder —cuyo nombre en la novela se me escapa—, le pregunta al gran director alemán qué es a lo que se dedica. El tipo responde:
—Pues yo me muero de la vergüenza, pero vivo de hacer películas.
Algo parecido me sucede. Me muero de la vergüenza pero vivo del diseño gráfico.
Y no es que no me guste el diseño, me apasiona tanto como la literatura o la gráfica. Lo que no soporto es a los diseñadores.
Y es que pocos gremios son compuestos por gente tan ignorante y soberbia como el mío.
La situación del diseño será motivo de otro texto en alguna ocasión. Hoy me quiero ocupar del lamentable espectáculo que fue haber ido a la llamada Expodiseño, en el Centro mundial de comercio.
Qué tristeza me dan esos eventos. Los encuentros-expos-convenciones-bienales de diseño viven exclusivamente de alumnos de los primeros semestres de la carrera que aún se deslubran ante las cuentas de vidrio que suelen presentarles los mercachifles que han hecho de este tipo de eventos su modus vivendi. ¿Porqué los diseñadores en activo no van a estas cosas, como no sea invitados a dar una plática para regocijar sus grandes egos? (Yo en concreto fui citado por un ejecutivo de Xerox para ver funcionando un equipo de impresión, que de otra forma ni me hubiera parado ahí).
Recuerdo un encuentro organizado en Xalapa en el que el sujeto que orquestó todo el numerito sólo invitó a sus amigos a que mostraran diapositivas ante un gran auditorio de alumnos de escuelas de diseño de provincia que jamás pondrán sus manos en proyectos como los mostrados por los ponentes, entre otras cosas, porque la descarnada realidad de la economía mexicana no lo permite.
Hoy, ese mismo sujeto, el organizador de lo de Xalapa, estaba en un stand de la expo, vendiendo reproducciones de los carteles de sus amigos famosos y viviendo de viejas glorias (al pasar le oí decir que pronto tendrán una tienda en línea, por si alguien quiere tirar su dinero).
Es una pena, el diseño mexicano, el buen diseño, no está en esas Expos ni en las Bienales ni en los premios Quorum ni en las revistas supuestamente especializadas. Está allá afuera, lejos de tanto bluff, trabajando duro, y muestra de ello es el trabajo de despachos como Hula-Hula, La fe ciega, Kimera, Igloo, la máquina del tiempo, etcétera.
Una pena, una pena…
Ahora resulta que en este país…
…los reyes del humorismo blanco son poetas.
…las exóticas examantes de expresidentes muertos, senadoras por la izquierda.
…los secretarios de gobernación, presidentes interinos.
…los pendejos, estrellas de reality shows.
…las putitas, cantantes de protesta (y luego, explotadoras de menores).
…las trepadoras, presidentas.
…y los presidentes, ¡convalescientes!
Pensando mal…
Bien visto, no tenemos nada qué perder frente a los gringos si México no vota a favor de la guerra. Después de todo:
* No hay acuerdo migratorio, no nos pueden quitar el libre tránsito a su país (y necesitan a los trabajadores ilegales, de otra forma su economía se colapsaría).
* No nos pueden sancionar económicamente (de cualquier manera no podríamos estar peor).
* Ellos nunca han practicado la buena vecindad. ¿Qué favor les debemos?
Así que, si uno piensa mal, ¿no es muy sospechoso que…
…justo explote el escándolo de Eduardo Fernández y los amigos de Fox?
…después de cabalgar tantos kilómetros, el presidente Fox salga con que tenía una hernia que debía operarse de inmediato? (debería ser imposible cabalgar con tal dolencia).
¿No será que Washington está presionando a los Pinos a través de los manejos de los famosos amigos de Fox con todo y Lino Korrodi? ¿Y que el preciso utilizó una salida desesperada, la que tenía más a la mano, para esconder la cabeza como los avestruces de caricatura?
Lo peor del asunto es que si de verdad está enfermo, nadie se lo va a creer.
Tantas preguntas, tan pocas respuestas.
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