miércoles, marzo 19, 2003



66% de los norteamericanos apoya a su presidente en la invasión a Irak

Anoche escuché, en el programa de Marcelino Perelló a la media noche en radio Unam (lo más uncool del cuadrante) el testimonio de uno de los escudos humanos mexicanos que viajaron hasta Bagdad en un intento tan idealista como inútil de detener la invasión norteamericana a Irak.

El testimonio desgarrador de un joven recién convertido al islam que viajó medio planeta para tratar, junto con otros cientos de voluntarios, escudos humanos y locos idealistas, de detener la avanzada norteamericana me arrancó unas lágrimas mientras conducía mi auto por Paseo de la Reforma.

Se recordará que la delegación mexicana de escudos humanos fue duramente criticada, sin embargo el compromiso de este camarada, de nombre Tyosha o algo así, me ha parecido profundamente conmovedor. Para él, los cientos de víctimas que dejará este acto irracional y prepotente tienen rostro, son seres humanos comunes como tú que lees esto o yo que lo escribo.

Mientras tecleo,cerca de las seis de la tarde en la ciudad de México, la madrugada se cierne sobre Bagdad. Capital de la antigua Persia, esta ciudad de casi cinco millones de habitantes aún recuerda con horror cómo en 1991 sus calles se llenaron de soldados norteamericanos hasta la madre de anfetaminas disparándole a todo lo que se moviera, incluyendo población civil, ancianos, niños, mujeres y hombres desarmados.

Ni por un minuto simpatizo con Saddam Hussein, pero tampoco con George Walker Bush. ¿Quién ha dado a los gringos el derecho de arrebatar el petróleo a los iraquíes en nombre de la lucha contra el terrorismo que ellos mismos han propiciado? ¿Qué ley si no la de la selva puede avalar la caída de 3,000 bombas sobre Bagdad?

Bagdad, la antigua, que no había sido arrasada desde la invasión de los mongoles con Genghis Kahn a la cabeza en el siglo XIII.

Esta vez, una nueva invasión, con otro mongol a la cabeza, sumergirá en el fuego la que fuera la capital del mundo árabe antes de que los descendientes de los Bush salieran de las cuevas.

Stultórum númerus infinitum est.

No hay comentarios.: