viernes, junio 02, 2006

Viñetas norteñas

Descender en Monterrey es como bajar en un cuento de William Gibson. Un experimento social al que le dejaron apretado el botón de fast forward. Aquí se dan cita un museo de calidad mundial como el Marco al lado del esperpéntico local del Rey del Cabrito, catedral kitsch de comida regional. Lo curioso es que el conjunto, al final del día, es armónico.



La Sultana del norte es una ciudad multifacética. Al caminar por sus calles no queda duda de estar en una gran ciudad, al mismo tiempo que sopla un fortísimo aire campirano. Imposible no sentirse inquieto por esta dualidad no pocas veces esquizoide.



El faro del comercio, monumento de concreto pintado de rojo que decora la Macroplaza, es el último o penúltimo proyecto de Barragán. En sus años de gloria, proyectaba un rayo láser a la cima del Cerro de la Silla.



"El Caracol" solía ser una cantina sórdida, en el mero centro de la ciudad, apenas a unos pasos de las oficinas del periódico "El Norte". Alguna vez, Pepe Rojo y yo estuvimos bebiendo ahí con varios amigos del Tec que nos habían invitado a la FIL de Monterrey (entre otros, Joserra Ortiz. Apenas entramos, pensé "voy a escribir una novela que empiece en esta cantina. El resultado fue Tiempo de alacranes. Pero a cada visita, el Caracol se va afresando progresiva e inexorablemente.



Mejor opción que el Caracol es el Café Brasil, en la puerta de junto, donde se junta la izquierda regia a hacer ronda. Saludos a Sergio Flores.



Para ir a la presentación pasa a recogerme al hotel una chica en un Mercedes Benz SLK 360 (o algo así). Como es de dos plazas y vengo acompañado, tiene que dar dos vuelta. Sólo en la Sultana.



Durante años, Torreón fue la ciudad de mayor crecimiento económico de la República. Originalmente un paso de tren, durante la segunda guerra mundial vivió una época de esplendor gracias al cultivo del algodón, hasta la caída de los precios internacionales. Durante los 90 fue también la capital mundial de la mezclilla.



Torreón tiene dos caras. La del Torreón nice, de casas estilo gringo y centros comerciales y un Torreón popular, caluroso y povoriento.




El mayor signo de status que se puede tener en una ciudad en medio del desierto es un jardín. Lo mismo sucede en Saltillo.



La Majada, famoso restaurente de Torreón, fue tomado por los meseros tras una huelga. Es uno de los pocos ejemplos que conozco de una cooperativa exitosa. Desde luego, siendo los dueños, se esmeran en que el servicio sea inmejorable, casi hasta la lambisconería. Se come bien.



Majada significa estiércol. De ahí el término "majadero."



Uticilé La gota de uva, popular cantina del centro de Torreón, como uno de los escenarios de mi novela. En aquél tiempo no conocía el changarro, que resultó ser mucho menos sórdido de lo que me lo imaginaba. Es el lugar donde los laguneros van a contratar mariachis.



Así como hay punkies en Moscú, hay cholos en Torreón.



Las carreteras son rectas flanqueadas por el desierto. Camino a Saltillo, la camioneta que nos transporta se convierte en un horno sobre ruedas.



Saltillo tiene más de pueblito texano que de ciudad mexicana. La combinación es extraña. Se trata de una ciudad de 400 años con una catedral colonial y construcciones de cantera rosa que resulta sorprendentemente agradable.



No puedo evitar recordar una tira de Calvin y Hobbes en la que se preguntan a dónde va uno cuándo se muere. "¿A Saltillo?", preguntaba Hobbes en una traducción mexicana.



La gente no pone llave a sus casas en Saltillo. Como en Canadá, según dice Michael Moore.



La especialidad de la región es la carne asada. Acostumbrado a la carne estilo argentino de casa de mis papás, la pruebo con escepticismo para descubrir que es magnífica. Soberbia.



"Soy la licenciada Martha Valdez. Le traigo una felicitación de parte del procurador del estado por su novela. Yo que he trabajado con criminales le puedo decir que así como usted lo describe, así es como hablan. ¿Tuvo usted alguna vez contacto con infractores?"
"Sólo con los amigos de mi hermano", contesto.



Saltillo goza con el mejor clima de las tres ciudades que visité. Aun así, hace un calor de los mil demonios.




"Está mejor la terminal de autobuses", dice un distinguido saltillense cuando se le pregunta sobre el aeropuerto. Y en verdad que es pequeño. Dato curioso, es el único aeropuerto donde he estado en el que no se cobra el estacionamiento.


Dejé mi corazón en Saltillo.


Notas breves

El debate presidencial, una decepción. Nadie dominó. Genera mayor interés el mundial de futbol.


Por cierto, ¿con qué cara gente como Madrazo o Campa pueden hablar de democracia, si provienen de la más profunda raigadumbre priísta? Campa fue presidente del PRI en el De Efe y cuenta con el apoyo de la maestra Elba Esther Gordillo y las huestes del SNTE (un sindicato marrullero donde los haya).


No le creo NADA a Patricia Mercado. Es como Cecilia Soto, pero sin estilo.


Como cada cuatro años, hay que aguantar a la banda estupidizada con el futbol y los muy rabones logros de la selección nacional (?). Pocas cosas disfruto más que ver cómo los golean cada copa (¡he visto gente llorar!). Esta vez no veo porqué tenga que ser la excepción.


La procuraduría local, capitaneada por don Bernardo Bátiz, sospecha que la esposa de Carlos Ahumada perpetró un autoatentado. En cualquier caso, el asunto está muy espinoso por que el atentado pudo haber venido de cualquier lado: la izquierda para evitar que se dañara la imagen de su candidato, la derecha para desprestigiar a la izquierda y hasta el ahora autollamado "centro", nomás por no dejar.


Qué país. Se nos deshace en la manos: Atenco, Sicartsa, el atentado a la esposa de Ahumada... y nosotros tan tranquilos.

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