lunes, enero 30, 2006

Poesía pura (2)

Provengo de una familia de aficionados taurinos de varias generaciones. Mi abuelo fue cronista de toros y la casa de mis abuelos y papás siempre estuvo decorada con arte taurino. De niño, me llevaban a las corridas en bambineto.

A mí los toros me parecen una aberración y nunca habrá justificación ritual que me convenza de que es divertido (ya no digamos ¡artístico!) ver sufrir a un aminal que no tiene más que su fuerza bruta para defenderse (porque muy listos tampoco son).

Y si bien no festejo lo que pudo ser una tragedia si esa grada hubiera estado ocupada, sí me parece una pequeña compensación para los pobres toros. Ese tal Pajarito, que en el nombre lleva la fama, debería ser un héroe entre los bovinos.

Pero si Onésimo Zepeda hubiera estado en esa grada, este post no se hubiera llamado Poesía pura sino Justicia divina. En fin, ya será en otra ocasión...

(La nota completa se puede leer aquí aquí y aquí)

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