viernes, septiembre 17, 2004

Antes que nada, muchas gracias a todos los que han escrito en el Tagboard. Un saludote a quienes no conozco y besos y abrazos a los que sí. Me hacen sentir importante, pero sobre todo, querido.

Fiestas patrias
En sus años punk, Alfredo, mi hermano menor, solía decir que en septiembre le daba tanta vergüenza ser mexicano que se hacía pasar por venezolano.

Algo similar siento a veces ante mi país. México me duele.

A veces siento que somos una nación de gente floja, deshonesta e ignorante que está orgullosa de serlo. Y si no me creen, revisen el humor de Adal Ramones, que se basa en el orgullo de ser esas tres cosas.

Hace unos días llevé al ciudadano Winston Smith al castillo de Chapultepec. Lo habían enviado de la escuela.

"¿Estos son los niños héroes?", me preguntaba, emocionado, ante cada retrato que veíamos. Y mientras le veía fascinado ante las armas antiguas en exhibición, recordaba mi propia niñez.

En aquellos años, pensaba que la historia de la humanidad se dividía en cuatro fases consecutivas: la edad de piedra (donde dinosaurios y personas se mezclaban), la edad media (donde todos éramos caballeros de la mesa redonda), el viejo oeste (mi favorita, todos eran cowboys) y la época actual. También pensaba que el número más grande que podía existir era el veinte.

Como sea, tras el castillo llevé a Winston al museo del caracol, al que nunca había ido yo.

Qué bello lugar. La historia de nuestro país está representada en una deliciosa colección de maquetas cuidadosamente elaboradas. Una maravilla.

Lo triste, y vuelvo a mi punto central, es que si se observa con cuidado, se verá que las historias representadas son la mayoría de las veces historias de pillaje, traiciones y estafas.

Hace algunos años hice la biografía de Fidel Velázquez en forma de cómic. De nuevo, el siglo XX mexicano estuvo sembrado de pillos y traidores a los que les levantamos estatuas y monumentos.

"No amo mi patria", se lamenta José Emilio Pacheco en Alta traición. Algo similar me sucede a mí.

Y sin embargo, no puedo evitar sentir una profunda emoción cuando escucho entonar el himno nacional (himno compuesto por gachupines, propiedad de una editora gringa y cuyo premio jamás fue pagado a Jaime Nunó).

En fin, felices fiestas patrias a todos. Es nuestro Thanksgiving.



No hay comentarios.: