viernes, febrero 14, 2003
Muertos de primera y de segunda
Así titula hoy Federico Arreola su editorial en Milenio, respecto al tenebroso caso del asesinato del hijo de Juan Sánchez Navarro. El seguimiento del caso a través de la prensa me hace lanzar al aire una serie de preguntas cuya respuesta no alcanzo a leer entre líneas:
1) ¿Qué debe hacer en la vida alguien, quien sea, cualquier persona, para que un empleado le atraviese el cuello con una pluma y luego rocíe el cadáver con licor para encenderle fuego? ¿Qué dificultades tenían entre ellos? ¿Cómo trataba Juan Sánchez Navarro hijo a sus empleados? (recuérdese el caso de Paco Stanley, ¿qué haces en la vida para que te metan treinta tiros?).
2) ¿Qué se requiere en un país con un rezago en las órdenes de aprehensión mayor al 70% para que se ejerza justicia expedita? ¿Ser hijo de un poderoso empresario, de algún político? ¿Hay muertos de primera y muertos de segunda? ¿Cuántos homicidios se resuelven con esa eficiencia en el Distrito Federal?
3) ¿Quién garantiza la integridad física del asesino dentro de la cárcel? ¿Llegarán el poder y las influencias de la familia de la víctima al interior del reclusorio? ¿Cuánto cuesta mandar matar a alguien en la cárcel?
Preguntas, preguntas que se quedarán en el aire, como tantas otras.
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