Wahaka: diez polaroids
1) En Oaxaca se entrelazan la modernidad y el más insultante subdesarrollo, la pobreza y la opulencia, el esplendor prehispánico y la degradación de los conquistados. Es una tierra de confusión como pocas, altamente dual, donde nada es lo que parece.
2) Prueba de lo anterior es el rampante racismo de los oaxaqueños acomodados o criollos, que no dudan en colgarle con desprecio el adjetivo de crudo a un indio de poco mestizaje (como si fuera una piel sin curtir) al mismo tiempo que le levantan monumentos a Benito Juárez.
3) La cultura norteamericana ha venido a enriquecer la oaxaqueña a través de sus turistas. Los artesanos observan a los gringuitos, se maravillan ante sus objetos y colores para reinventar las artesanías con un carácter globalizado. Así, no es raro encontrar fruteros o ceniceros de barro negro que semejan objetos de cerámica de diseñador, textiles que han renunciado a los colores chillantes originales en búsqueda de paletas cromáticas "menos nacas" y mochilas talabarteadas para transportar tu laptop.
4) El mezcal carece de denominación de origen. Este absurdo ha provocado una avalancha de malas imitaciones y marranilla corriente que se expende en cada esquina. A lo más que se puede aspirar es a comprar lo que mi amigo Francisco Haghenbeck llama "buen químico".
5) El hallazgo del viaje: Amate Books, una librería especializada en libros sobre Latinoamérica en inglés. Nunca había visto tantas traducciones juntas de Vargas LLosa, García Márquez, Neruda y hasta David Toscana. Yo compré dos libros de Neil Gaiman a mitad de precio, incluyendo su obra infantil Coraline.
6) Tlayudas, tamales, tasajo, cecina, longaniza, chorizo, chapulines, Jacate, pan de huevo, queso fresco, quesillo, empanadas... Todo un atentado a la silueta.
7) En vez de moscas, hay abejas molestando. Por supuesto, nadie las molesta a ellas.
8) La capital tiene un clima envidiable al cual sólo le puedo reclamar la escacez de agua, que azota a la ciudad desde hace varios años. No sucede lo mismo en Cuicatlán, el pueblo de mi abuelo, donde hace un calor sofocante pero el agua es abundante. No se puede tener todo en la vida.
9) Hay muchísimas oaxaqueñas jóvenes muy guapas. Sin duda, un afortunado mestizaje.
10) El tráfico no les ajeno a los oaxacos. Lo que parecen desconocer son las mínimas reglas de urbanidad para manejar un coche. No es raro ver embotellamientos, choque y atropellados en una ciudad que hasta hace algunas décadas era muy tranquila.
Escrito lo anterior desde mi computadora del D.F. tras varias horas de carreteras y un almuerzo espantoso en Tehuacán, Puebla, dejo a Oaxaca por la paz.
Julius Schwartz, 1915—2004
Murió el día de ayer el legendario editor de DC comics Julius Schwartz. Aunque el nombre no le dirá nada a la mayoría de la gente (incluidos varios fans de historietas), a lo largo de más de medio siglo mr. Schwartz acumuló los siguientes méritos:
-) Fue el fundador del primer fanzine de la historia, The Time Traveler, dedicado a la ciencia ficción.
-) Fue el primer agente literario de dos jóvenes escritores de los años 40: Ray Bradbury y H.P. Lovecraft.
-) Fue el responsable de la llamada edad de plata de los superhéroes norteamericanos, siendo el editor de Flash, entre muchos otros títulos.
-) Finalmente fue Julius quien decidió ponerle una elipse amarilla al murciélago que adorna el pecho de Batman.
Le conocí personalmente en San Diego en 1990. Era un viejecito dulce, muy platicador, repleto de anécdotas de los viejos días. Por lo que he leído en varias páginas de internet, era también alguien muy querido en el envidioso medio de los comics. Descanse en paz.
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