jueves, julio 22, 2010

Qué viejos estamos todos ustedes (1)

En algún momento de este mes (o del anterior, la verdad es que no lo tengo muy claro, lo único que sé es que fue antes de agosto) cumplo veinte años de dibujante profesional.

Es decir, hace cuatro lustros que cobro por dibujar.

Veinte años. Uf.

Cuando era niño dos décadas me parecían una eternidad. Ahora, bueno...

Era 1990 y lo único que sabía eran dos cosas: (1) Que estaba muy enojado y (2) Que me quería dedicar a dibujar cómics.

Lo primero era, me parece, una cosa generacional. Veníamos del fraude electoral del 88 e íbamos hacia el error de diciembre del 93. Yo tenía dieciocho años, el cabello largo y un hermano que tocaba en una banda de rock (que acaparaba la atención femenina). Iba en una colegio católico para puros hombres y básicamente le tenía pavor a las mujeres. Hallaba refugio en los cómics de Batman y en las novelas de ciencia ficción.

Y dibujaba.

Mal, muy limitado, con recursos muy modestos. Mi amigo Bachan, al que había conocido un año antes ya era un dibujante sobresaliente. Pepe Quintero, que conocí tres años antes ya mostraba oficio. A la distancia, mis imágenes eran de un aficionado.

Pero un aficionado muy necio.

Fue mi adorada tía Bertha, periodista, la que me recomendó en un suplemento universitario que se publicaba en un periódico de circulación nacional. Lo dirigía un sobrino político del dueño del periódico (que en realidad no era tan joven) y se suponía que iba dirigido a los universitarios. Yo aún no estaba inscrito en la carrera pero fui a mostrar mis dibujos.

Buscaban colaboradores que estudiaran. Yo le conté a dos amigos, también moneros en ciernes. Fuimos los tres a ver al editor que con cara de perdonavidas vio nuestros dibujos. "Hum, quizá, no sé..." dijo. Al final nos dio chamba a Olivier Fuentes y a mí. Olivier ya publicaba en el Economista, e hizo carrera de caricaturista durante un tiempo. El otro amigo, un güevón de marca, nunca regresó.

Eran mis años punks. Todo lo punk que se puede ser en un colegio católico. "Punk de la secreta", me decía un amigo de mi papá. Acababa de descubrir la contracultura gracias a otro desadaptado que iba en mi escuela y que fue una especie de gurú para mi hermano y para mí. Ahora es artista conceptual y hace música electrónca.

En el periódico había juntas semanales para hacer el suplemento. Yo compensaba mi timidez con una antipatía que rayaba en lo patán. Cualquiera que me haya conocido en aquel tiempo lo sabe.Pese a ello alguna vez me dieron una asignatura.

No recuerdo ya las circunstancias, sólo que propuse por alguna razón que no recuerdo dibujar un punk para algún artículo que he olvidado. Un punk que lleva de mascota un puercoespín, franco fusil del humor de Sergio Aragonés.

Y salió publicado, en aquel verano de 1990. Uno o dos meses antes de entrar a la carrera. Antes de que tuviera mi cartilla liberada. Ni tuviera la menor idea de qué iba a hacer con mi vida.

Debo confesar que verlo no me causó una emoción grandísima. Creo que le dio más emoción a mi papá. "Felicidades, es muy difícil publicar", me dijo. Yo, en el trip sangrón que traía de adolescente contesté levantando los hombros y gruñendo. De verdad que era insoportable (aún más que hoy).

Desde entonces he publicado aquí y allá. Cómics a salto de mata. Ilustración. Incluso tuve un fugaz paso por el mundo de la publicidad del que salí huyendo a los cinco meses.

Hace veinte años conocí a montón de chicos de mi edad que querían dedicarse a dibujar. Muchos de ellos muy buenos. Mucho mejores que yo. Pero muy pocos tan persistentes. La mayoría tiraron la toalla. Los menos seguimos aquí. Ya esa generación lleva poco más de dos décadas dando guerra. Quiero pensar que algo he aprendido —y aprehendido— en el camino.

Las mejores y las peores personas que he conocido han estado vinculadas con los cómics. Son un gremio peculiar, un mundo aparte del de los moneros de periódico y los ilustradores. Fauna extraña y variopinta con la que tengo una relación de amor-odio. Más amor que odio.

Y a la que me enorgullezco pertenecer.

Hay un festejo grande en puerta. Ya se los contaré pronto. Más sobre estos veinte años en el siguiente post.

10 comentarios:

Wakko! dijo...

Enhorabuena, Bef. Tu trayectoria es de verdad, envidiable, pero lo es más la calidad humana que tienes.

Un abrazo.

La Rosy dijo...

Gracias por compartir!

Santiago dijo...

Me da mucho gusto que hayas seguido tu pasión Bef, y que haya dado tan buenos resultados!

Anónimo dijo...

Muchas felicidades BEF por los primero veinte añitos!!!

Y que los nuevos chavos sigan tirando la toalla!!! Ellos se lo pierden!!!

El Pipiripau (ikoon) dijo...

Muchas Felicidades por los 20 Años!!! (qué fácil se escribe... pero no...)

Espero sinceramente que vengan muchísimos más!!!

Un abrazo.

Olivier dijo...

¡¿Ya son veinte años?! No puedo creerlo, justo acabo de leerlo y me siento con emociones encontradas. Qué tiempos aquellos, mi estimado Bef; como dices, creo que yo cumplí diez como monero y ahorita ya llevó como 12 de mi nueva vida que afortunadamente no se aleja del geekismo.
En fin, un abrazote maestro, felicidades por los 20 años y contando.

El Frikis dijo...

Quién sabe por que me tardé tanto en leer este post, ta muy gueno y nostálgico, hasta parece que de veras estamos re viejos mi Bef, je, je... un abrazo.

Mudo dijo...

pss mi buen BEF, apá... acå lo esperamos pa celebrarlo como se merece.

un abrazo!

Lalas dijo...

Muchas felicidades por la trayectoria, por lo que platicas quízás podrías ser entrevistado por el Capi Baker en su serie de reportajes "15 preguntas a tipos que viven del dibujo".

Como sea, felicidades y mayores éxitos futuros.

Unknown dijo...

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