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La biblia del ateo
ATENCIÓN: Lo que sigue es la opinión personal del autor de este blog respecto a las religiones organizadas y su posición frente a la presunta existencia de dios. Si consideras que puede resultarte ofensiva, no leas esta entrada y evítate disgustos. De nada.
"No puedes mezclar ciencia y religión porque acabas ateo", me djo Daniel Lerdo, mi profesor de matemáticas de la secundaria. En realidad, creo que la religión y sus fundamentos no soportan el análisis riguroso del pensamiento científico.
Por esas mismas fechas, 1984, me negué a volver a entrar a una iglesia. No he vuelto desde entonces. He enfrentado momentos de gran angustia, como todo mundo, pero ya no pude desandar el camino. Sabía de alguna manera sobre la inutilidad de elevar una plegaria al vacío.
Soy un ateo orgulloso.
En noviembre pasado, regresando de Europa a México, Rebeca y yo hicimos una escala de varias horas en el aeropuerto de Heathrow. Ahora que todos los aeropuertos del mundo se han convertido en malls, al menos ofrecen la ventaja de tener librerías (y en algunas salas, qué maravilla, máquinas expendedoras de libros).
En nuestra espera dimos un repasón a los estantes de novedades, del cual Rebeca extrajo el último libro de la serie de Lemony Snickett, de la que es fan, y yo, Cell, la penúltima novela de Stephen King (que aún no leo) y The God Delusion, de Richard Dawkins.
Es difícil resumir en pocas líneas quién es Richard Dawkins y qué ha hecho en esta vida. Biólogo evolucionista por Oxford, continuador de la obra de Darwin, es uno de los intelectuales Europeos más respetados.
Dawkins es un activo divulgador de la ciencia y creador de la teoría del gen egoísta y del término meme, que se refiere al equivalente cultural de los genes (es decir, la manera en que las ideas se reproducen a la manera de genes, muy en la línea del concepto del lenguaje como un virus de William Burroughs).
Altamente respetado en el mundo académico, mr. Dawkins ha publicado una docena de libros que básicamente han profundizado en la teoría de la evolución de Darwin, con la intención de popularizarla entre el gran público.
Ahora Dawkins vuelve con un libro maravilloso y conmovedor. The God Delusion pretende, en palabras del autor, lograr que quien tenga dudas acerca de la existencia de dios las disipe y aquél creyente que lo lea se vuelva escéptico al terminar el libro.
Dawkins hace una defensa cienfífica del ateísmo. Expone algunas de las demostraciones teológicas de la existencia de dios (como la de Santo Tomás de Aquino) al rigor de un análisis científico e invariablamente llega a la misma conclusión: la complejidad de este universo es producto de millones de años de evolución, un esquema complejo en el que no hay cabida para un ser sobrenatural, creador de todas las cosas y celoso observador/protector de la humanidad.
Con gran honestidad y valentía, Dawkins defiende la posición del escéptico, sabedor del gran prejuicio general que pende sobre quienes declaran públicamente no creer en dios, rebate el prejuicio de que una persona no religiosa es amoral e incluso aporta evidencia estadísitica sobre la inexistencia de los milagros y la supuesta efectividad de la oración.
Criticado por la virulencia con que deja caer sus ataques sobre las más importantes religiones organizadas (cristianismo, judaísmo e islamismo), Dawkins no resiste la tentación de vertir no poco vitriolo sobre las creencias de los religiosos fundamentalistas. Cuestiona las grandes inconsistencias de la Biblia (aunque reconoce su importancia cultural) y pone en tela de juicio la pertinencia de imponer un libro, producto de su contexto histórico, como referente moral universal.
Al mismo tiempo, Dawkins hace una defensa del conocimiento científico, que básicamente se refiere al saber las cosas por sus causas naturales a través del análisis racional (¿hay de otro?), posición encontrada inevitablemente ante la imposición de dogmas religiosos incustionables.
Como bien puntualiza el autor, las religiones organizadas y quienes la profesan sienten la obligación de convencer a los no creyentes de la existencia de dios, mientras que los escépticos suelen ser bastante más respetuoso. Al respecto, Dawkins cuestiona el respeto casi reverencial que se da a las creencias religiosas ajenas (es decir, critica los excesos de la corrección política y sus absurdos). Devastador, dice: "estoy obligado a respetar las creencias religiosas de mi vecino en la misma medida en que respeto su creencia de que su esposa es hermosa y sus hijos, inteligentes."
Si bien hay momentos en que don Richard es excesivamente radical incluso para ateos como yo, The God Delusion, cuya traducción más cercana sería para mí El engaño de dios, es un libro bienvenido en un escenario mundial donde las creencias religiosas han jugado un creciente papel en la toma de decisiones político-económicas (saludos a George Bush).
Quizá por ello, es tan conmovedora la campaña de publicidad que se le ha hecho al libro en Estados Unidos, donde se ve una foto de las torres gemelas de Nueva York con la frase "Imagine no religion" ("Imagina que no hay religión"), de John Lennon.
Un libro conmovedor, divertido y sumamente inteligente, recomendable tanto para escépticos como creyentes. Una biblia para los ateos.
Y una gran lectura para iniciar el año.
Amén.
(Al parecer pronto habrá una edición en español, pues sé de buena fuente que los derechos de traducción fueron comprados por una editorial española. Ojalá tenga una buena traducción.)