miércoles, octubre 26, 2005

"Son cosas que pasan"



Así, en español, se refería a la muerte accidental de su esposa Joan el escritor norteamericano William Burroughs (1914-1997). Burroughs le voló la tapa de los sesos a su mujer durante una borrachera en su departamento de la colonia Roma, en la ciudad de México. Se dice que solían jugar una rutina de Guillermo Tell, en el que ella se colocaba un vaso en la cabeza para que él se lo tumbara de un balazo.

Prófugo de la asfixiante vida en la puritana Norteamérica de la posguerra, Burroughs decide establecerse en el DF sin mayor razón que la de no estar en su país. Es visitado continuamente por sus amigos Allen Ginsberg y Jack Kerouac, a quienes había conocido en la universidad e incluso consideraba echar raíces en este país.

Nieto del inventor de la máquina sumadora que lleva su apellido, el viejo tío Bill jamás tuvo que trabajar y gozó hasta el último día de sus vidas de los generosos dividendos de la compañía familiar (hoy Unisys).

Homosexual y adicto a las drogas, la biografía de William Burroughs es una montaña rusa vertiginosa en la que se suceden las tragedias y los desencuentros.

El asesinato --aparentemente imprudencial-- de su esposa lo lleva a la tenebrosa cárcel de Lecumberri, de donde es sacado en tiempo récord por Bernabé Jurado, legendario abogado penalista de los años 50 que era, primera conexión, amigo de mi abuelo.

Burroughs decide entonces establecerse en Tánger, la Tijuana de Marruecos, donde en medio de chutes de heroína y sexo desenfrenado con chamaquitos árabes escribe su segunda novela, The Naked Lunch, colección semi inconexa de apuntes y relatos grotescos aparentemente situados en alguna parte de su imaginario yonqueta.

La primera novela de Burroughs (publicada con el seudónimo de William Lee), Junkie, fue escrita en el DF, antes de su tragedia, en aquellos días en que desayunaba whisky en alguna cantina --hoy derruida-- de la Condesa.

Aparte de recomendar el excelente libro de Jorge García Robles, La bala perdida, sobre la vida del tío Bill en México (de 1949 a 1951), voy a compartirles un poemita escrito hace 20 años, que parece no perder vigencia en la Norteamérica de George Bush (recordemos que el día de acción de gracias es la fiesta tradicional más importante de los gringos, pues celebra el establecimiento de las primeras colonias de los llamados padres fundadores; durante el festejo se cena pavo y papas con salsa de arándano):


Thanksgiving Day, Nov. 28, 1986

For John Dillinger
In hope he is still alive

Thanks for the wild turkey and the Passenger Pigeons, destined to be shit out through wholesome American guts

thanks for a Continent to despoil and poison

thanks for Indians to provide a modicum of challenge and danger

thanks for vast herds of bison to kill and skin, leaving the carcass to rot

thanks for bounties on wolves and coyotes

thanks for the AMERICAN DREAM to vulgarize and falsify until the bare lies shine through

thanks for the KKK, for nigger-killing lawmen feeling their notches, for decent church-going women with their mean, pinched, bitter, evil faces

thanks for "Kill a Queer for Christ" stickers

thanks for laboratory AIDS

thanks for Prohibition and the War Against Drugs

thanks for a country where nobody is allowed to mind his own business

thanks for a nation of finks --yes,

thanks for all the memories... all right, let's see your arms... you always were a headache and you always were a bore

thanks for the last and greatest betrayal of the last and greatest of human dreams.


Wow.

Como dice Poncho Esparza, aquí va la traducción para los que fueron en escuela de gobierno (yo incluido).

Día de acción de gracias, 28 de noviembre de 1986

A John Dillinger
esperando que siga vivo

Gracias por el pavo y las palomas mensajeras, destinados a ser cagados a través de los saludables intestinos norteamericanos.

Gracias por todo un continente para depredar y envenenar.

Gracias a los indios que nos proporcionan algo de peligro y de reto.

Gracias por las grandes manadas de bisontes para matar, despellejar y dejar pudriéndose.

Gracias por las recompensas ofrecidas por lobos y coyotes.

Gracias por el sueño americano, por divulgar y falsificar hasta que su falsedad salga a la luz.

Gracias por el Ku Kux Klan, por los policías que matan negros y se los apuntan en su registro, por las mujeres piadosas y decentes con sus caras mezquinas cansadas, amargadas y hostiles.

Gracias por las calcomanías que dicen "Mata un maricón en nombre de Cristo"

Gracias por el sida de laboratorio.

Gracias por la prohibición y la guerra contra las drogas.

Gracias por un país donde a nadie se le permite ocuparse de sus asuntos.

Gracias por una nación de tarugos.

Gracias por todos los recuerdos... muy bien, enséñame los brazos... siempre has sido un dolor de cabeza y un aburrido.

Gracias por la última y más grande traición al último y más grande de los sueños humanos.



Ah...

Lo siento por la traducción.

Más sobre el viejo tío William Burroughs en los próximos posts.

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