miércoles, noviembre 17, 2004

Se va la vida, decía León Chávez Teixeiro, como el agua en el lavadero. Se va la vida y lo único inalterable es el cambio mismo.

Decía Alvin Toffler, y decía bien, que había que estar atentos al cambio, para dar el brinco tecnológico-social-económico llegado el momento y no quedarnos chiflando en la loma.

"Vientos de cambio soplan a nuestro favor", también solía decir el presidente Salinas de Gortari.

Como sea, han habido cambios fuertes en mi vida.

Quizá el más notable sea la separación de mi socio. David Kimura decidió irse de la sociedad para agarrar su patín por otro lado. Y aunque no hublo pleito y acabamos en bueno términos, no hay ruptura fácil.

He conservado la razón social y me mudé de oficina, of all places, a mi barrio natal, Jardín Balbuena, en donde mi papá me ofreció un espacio en su despacho.

Al principio dudé, pero tampoco quería tener la oficina en casa. Creo que me volvería loco.

Así que ahora voy diariamente de Anzures a Jardín Balbuena. Como diario con mis papás y me doy cuenta de que todo cambia para seguir igual.

Lo único incómodo es cuando llaman por teléfono y preguntan por Bernardo Fernández. Como me repatea eso de "¿Bernardo grande o chico?" hemos optado por preguntar "¿El ingeniero o el licenciado?".

En fin.

Al mismo tiempo, Alfredo se muda de departamento, regresando con Sybila. Cambios, cambios.

Algunas buenas noticias son que la próxima semana voy a Zacatecas a presentar Pulpo Comics gracias a la generosa invitación de Juan Gerardo Aguilar Barry, que se publicó otra entrevista online sobre Pulpo, cortesía del buen Renato Guerra.

Cinthya y Flavio se lo están pasando bomba en Barcelona, lo cual me llena de gusto. Un abrazo desde aquí, chicos.

El sábado a las 15:00 horas estaré firmando, junto con Israel Mejía, nuestro libro Cuento de Hadas para Conejos en el puesto de Alfaguara Infantil, en la feria internacional del libro infantil y juvenil. Después, a las 17:00 se presenta el catálogo de escritores de literatura infantil y juvenil que acaba de editar la dirección general de literatura del INBA, en el cual estoy incluido.

Se acaba el año y aún no sale el libro que me publica Tierra Adentro. Temo que se vaya hasta principios del 2005, pero no puedo hacer mucho al respecto.

Ah. En fin, la vida continúa, nadie puede pararla.

Indignación
Hace ya un par de semanas, a mis amigas Deyanira Torres y Norma Lazo las bajaron a punta de pistola del coche de esta última, justo frente a la puerta de la casa de la primera, en la Marte (¿o es Reforma Itlaccíhuatl?).

Norma pasaba por Deyanira en su Ford Ka para ir a la última sesión de un curso sobre pensamiento contemporáneo que ambas estuvieron tomando durante todo un año.

Más allá del susto, Norma perdió su bolsa y agenda, entre otras cosas, llenas de teléfonos e información.

Desgraciadamente lo primero que te roban es la tranquilidad. Ya ninguna de las dos podrá caminar tranquila por esta ciudad del Señor, al menos por un tiempo.

El horror, el horror...

Por otro lado, me enteré del trágico desenlace de la historia del niño al que le disparó su amiguito y que comentaba en este blog hace cosa de un mes.

Desgraciadamente el niño Edgar falleció apenas 24 horas después de haber sido dado de alta del hospital por una "complicación respiratoria", eufemismo médico que se pretende suavizar el hecho horroroso de que Edgar se ahogó con sus propias flemas.

No hay palabras para tanta atrocidad. ¿Qué pudo haber hecho Edgar, su familia, para merecer esto?

Ante situaciones como ésta quisiera ser creyente para poder al menos ofrecer una oración solidaria a la familia.

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