miércoles, enero 28, 2004

El gran silencio

Después de lo que pareció un período de grafomanía bloggera, he guardado silencio durante varios días, sin motivo aparente. La realidad es que las cosas que pasan allá afuera parecen rebasar mi capacidad de comentarlas.

Entre el chofer de AMLO, el embajador Dormimundo, el cínico autodestape de Marta Sahagún, las declaraciones de Ernesto Zedillo jr. y el inminente regreso a la pantalla de una nueva versión del Big Brother VIP, hay muy poco que añadir.

Lo sorprendente para mí es la capacidad de este país para ver tanta ignominia sin apenas sorprendernos. Quizá por ello tenemos los gobernantes que tenemos.

Así que me limitaré a decir que caí en la tentación y estoy leyendo El código Da Vinci de Dan Brown, el best seller de moda. Llevo unas 70 páginas sin que me parezca nada del otro mundo (au contraire!), sin embargo el mismo libro ha sido leído por David, mi socio, y Moni su novia y ambos opinan que es adictivo. Ya les contaré.

Al mismo tiempo estoy leyendo una pieza extraordinaria: un libro de más de 400 minicuentos sobre tatuajes que mi amigo José Luis Zárate me pidio que le comentara. Wow, este cuate está grueso. Es un libro magnífico que merece que alguien lo publique. Llevo 200 cuentos sin que ninguno me parezca malo.

Qué envidia...

Minotauro
Se han anunciado ya a los 5 finalistas del Premio Minotauro, y no soy ninguno de ellos.

Ni modo, a buscarle editor a la novela. Y a odiar al ganador.

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