Un día sin mexicanos
"Deja de buscar, y encotrarás", dice la máxima zen.
Tiene razón.
Ya sabía que tus brazos eran un buen lugar para estar. Lo que no conocía (pero alguna vez imaginé) fue lo dulce de tus labios.
Qué me iba a imaginar que Un día sin mexicanos, tremendo bodrio heredero de La risa en vacaciones iba a ser el pretexto para ir juntos al cine. Que lo malo de la cinta del Arau iba a enmarcar en la oscuridad de la sala el primer beso. Y el segundo y tercero.
La película me gustó porque lo que vi fue la eternidad reflejada en tus ojos durante un segundo.
Así son mis días (2)
1) Auspiciados por la generosidad de José Luis Zárate y Ernes, su esposa, Cynthia y yo pasamos el fin de semana en su casa, en Puebla. La idea era ir a corregir con él la novela que acabo de escribir. No pudo haber mejor tutor para este libro, sin duda José Luis es el mejor escritor de ciencia ficción de este país, y se conectó de inmediato con el libro, corrigiéndolo como si fuera de él. Desde aquí, un gran agradecmiento a los Zárate y Pepe, su hijo de 8 años. Y doble gracias a Cynthia y Ernes por soportar estoicamente la nerdez de sus parejas mientras Zárate y yo hablábamos de robots y naves espaciales.
2) Pulpo Comics, antología de historieta mexicana de ciencia ficción compilada y editada por un servidor está lista. Casi 40 autores, 6 mujeres moneras y más de 100 páginas de comics de ciencia ficción que habrán de distribuirse pronto por las librerías de todo el país. El proyecto contó con la beca de co-inversión para proyectos culturales del Conaculta. Ya volveré sobre ello.
3) "Ahora que estás tan feliz vas a poder escribir menos", me dijo hace rato Juanito Hernández Luna. "Le pasó a Dylan, le pasa a todos. Espera la ruptura para que regrese la inspiración". Mmm.
4) Aunque algo de cierto dice Juan.
5) Así que disculpen si ando de un cursi subido en estos días.
6) Lo cierto es que en estos momentos poco me importa la política nacional, ni los pobres resultados olímpicos ni nada que no tenga nada que ver con Cynthia.
Yo, robot
La publicidad promete una cinta de muchos tiros, y cumple. Afortunadamente, para los que lo detestamos, la película no tiene nada que ver con las nerdeces de Asimov, como no sea el planteamiento de las famosas tres leyes de la robótica (atribuidas aquí a uno de los personajes de la cinta).
En una sociedad donde hay un robot por cada 5 humanos, un detective que desconfía de las máquinas (Will Smith) ?por un pasado traumático vinculado con ellos? no duda en atribuirle el asesinato de un brillante científico (adivinaron, el que inventa las 3 leyes).
Nadie le cree, lo cual ayuda a encubrir una siniestra conspiración de las máquinas para dominar a la humanidad. Punto. El resto son balazos y persecuciones.
Los efectos visuales son impecables, la visualización del mundo futuro es de lo mejor que he visto en años (no es Blade Runner pero deja muy atrás a la fallida Minority Report de Spielberg).
El director Alex Proyas ya había dado muestras de su buen oficio con El cuervo ?tristemente famos por la muerte accidental deBrandon Lee durante el rodaje? y la deslumbrante Dark City, en la que por cierto se utilizaron un mínimo de efectos digitales.
No pasa lo mismo con I, robot, cuya pirotecnia audiovisual sería impensable sin la tecnología digital.
Para terminar, mis 5 razones puntuales para adorar esta cinta y uno para aborrecerla:
1) Porque el héroe es un negro.
2) Por el énfasis puesto en la aquitectura y ambientación de la ciudad (Chicago en 2035), lo que convierte al escenario en otro más de los personajes.
3) Porque los robors NS-5 están basados en el diseño de las iMac.
4) Porque hará rabiar del coraje a los fans del arrogante doctor Asimov.
5) Y porque Will Smith usa tennis Converse.
Lo que no me gustó incluye también este último punto: los creadores no pudieron ceder a la tentación de hacer del personaje principal un adorador del pasado, que es nuestro presente, un nostálgico de cacharros como la música funk y los Converse, lo cual es un cliché muy manoseado por la ciencia ficción, en lugar de arriesgarse a imaginar los gustos futuros. En fin, un negrito en el arroz.
Fanáticos de Tarkovsky y Greenaway, favor de abstenerse.
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