Esta semana...
...estaré participando en el XIV encuentro intenacional de escritores de Monterrey, "Literatura y Monstruosidad."
Participo con una lectura el jueves 1 de octubre a las 18:30 en el Museo de Historia Mexicana de Monterrey y el sábado 3 en el mismo recinto, en una mesa redonda sobre literatura de terror a las 11:3o.
La entrada es libre. El programa se puede descargar aquí.
De ahí me voy a la feria del libro de Saltillo. En un rato actualizo la info.
martes, septiembre 29, 2009
viernes, septiembre 25, 2009
Cuento en Letras Libres
No nos pueden dejar morir de sed, cuento mío comisionado por la revista Letras Libres para su edición digital, en una serie de historias alrededor de la alarmante escasez de agua, se publicó línea ayer. Pueden leerlo aquí.
No nos pueden dejar morir de sed, cuento mío comisionado por la revista Letras Libres para su edición digital, en una serie de historias alrededor de la alarmante escasez de agua, se publicó línea ayer. Pueden leerlo aquí.
domingo, septiembre 20, 2009
Este lunes 21...
En el marco de la feria del libro de historia de antropología que organiza el INAH, presento mi novela Ojos de lagarto, acompañado por Benito Taibo. La cita es a las 5 de la tarde en el patio central del museo de antropología, sobre Paseo de la Reforma. Entrada Libre. Disculpen la premura del aviso y ojalá puedan darse una vuelta.
En el marco de la feria del libro de historia de antropología que organiza el INAH, presento mi novela Ojos de lagarto, acompañado por Benito Taibo. La cita es a las 5 de la tarde en el patio central del museo de antropología, sobre Paseo de la Reforma. Entrada Libre. Disculpen la premura del aviso y ojalá puedan darse una vuelta.
martes, septiembre 15, 2009
Atenta invitación, este jueves en Guadalajara
La Coordinación de Producción y Difusión de Artes Escénicas y Literatura como parte de las actividades de The Big Read Guadalajara invitan a la charla
"Ray Bradbury y la ciencia ficción"
Participan:
Bernardo Fernández Bef y Rogelio Zavala
A los asistentes se les obsequiará un ejemplar de la novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury
La cita es a las 8:30 en Casa Vallarta, sita en Av. Vallarta 1668, en Guadalajara, Jalisco. Entrada libre.
La Coordinación de Producción y Difusión de Artes Escénicas y Literatura como parte de las actividades de The Big Read Guadalajara invitan a la charla
"Ray Bradbury y la ciencia ficción"
Participan:
Bernardo Fernández Bef y Rogelio Zavala
A los asistentes se les obsequiará un ejemplar de la novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury
La cita es a las 8:30 en Casa Vallarta, sita en Av. Vallarta 1668, en Guadalajara, Jalisco. Entrada libre.
miércoles, septiembre 09, 2009
miércoles, septiembre 02, 2009
Sobre Magú y cosas peores.
"Hacer un buen cartón una vez es fácil", me dijo Efrén Maldonado cuando trabajaba con él. "Hacer uno bueno diario durante treinta años ya está más cabrón", añadió.
Debo decir en mi descargo que no conozco a Magú. Una vez, hace casi veinte años lo reconocí en la fila del cine para entrar a ver la película del Rocketeer. Me le acerqué, le dije que también hacía monos. Platicamos un par de minutos. Eso fue todo.
La gente que lo conoce lo ama o lo odia. No parece haber medias tintas.
Ello no le quita el ser uno de los artistas más talentosos de la gráfica nacional.
Vea usted la caricatura de Elba Esther Gordillo que abre este post. Analice de cerca los trazos, las formas. Unos garabatos espantosos, aparentemente colocados al azar. Y sin embargo, el retrato es fiel. Una caricatura maravillosa. Y encima de todo, con gran sentido del humor.
¿Alguien puede explicarme cómo lo hace?
He platicado con mis amigos Pepe Quintero y Luis Fernando acerca de Magú. Todos lo hemos estudiado. Hemos observado con cuidado sus dibujos. Ninguno de los tres tenemos la menor idea de cómo funciona la mente gráfica de este sujeto.
Nacido en 1944 en Jalisco, Magú estudió derecho, carrera que dejó para trabajar de cajero en un banco hasta que un concurso convocado por El Universal lo hizo colocarse de lleno en el oficio de caricaturista. Sus primeros dibujos eras más bien caricaturas sencillas, chistositas.
Pero poco a poco comenzaron a evolucionar sus monos. Aquellas líneas temblorosas de antaño fueron mutando en manchones de tinta caóticos. Sus cartones se llenaron de texturas desordenadas y pocos años después, hacia finales de los 70, su dibujo se había transformado en un engendro radiactivo.
Pero un engendro radiactivo sumamente ingenioso. Véase este cartón sobre Juanito:
Es lugar común decir que su dibujo es espantoso, probablemente él mismo piense eso. Sin embargo estoy convencido de que su obra es el hallazgo gráfico más interesante de la caricatura mexicana. Magú ha llevado lo abstracto al cartón. Si Saul Steinberg es el Picasso de la caricatura (Rius dixit) entonces Magú es nuestro Tamayo.
Uno de los problemas de hablar sobre caricatura política es la naturaleza efímera de la misma. Podría hablar por ejemplo de los cartones de Magú sobre Jimmy Carter o Fidel Velázquez. La inmediatez del oficio lo impide. A cambio, los invito a que observen el sensacional Vicente Fox de este cartón:
Todo está ahí. El escenario, el personaje, la expresión y sobre todo, EL CHISTE.
Y si bien la Jornada se publica en blanco y negro, el Magú se da el tiempo para colorear sus cartones. No le caerían mal un par de clases de Photoshop, pero me parece notable la paleta de colores que utiliza. Obsérvese la sutil combinación de grises fríos y cálidos con que coloreó este cartón sobre Ebrard:
Debo hacer varias aclaraciones:
1) No siempre suscribo las opiniones de Magú. Muchas veces discrepo (la mayoría). Pero me parece notable que jamás le he visto un cartón donde le eche flores a sus amigos. Siempre es agudo y filoso. De hecho, fue una de las primeras voces críticas hacia AMLO desde la izquierda (lo que le valió que le llamaran vendido).
2) Por favor, que no haga diseño editorial. Me parece un monero talentosísimo, pero que no se ponga a formar suplementos.
3) Me gustaría saber si pinta. Me encantaría tener un cuadro suyo.
4) Y no, no estoy en la nómina de la Jornada ni planeo estarlo. Hablo aquí como profesinal del mono (por feo que se oiga).
Alguna vez Magú ilustró un cuento infantil de Ibargüengoitia, lo que habla bien de sus gustos literarios. Sé por mi cuate Rictus que es un buen lector y como buen monero, un melómano.
No quiero extenderme mucho. Este post corre el riesgo de convertirse en una lista de elogios, que es lo último que quiero. Mejor vean este dinosaurio que dibujó hace poco:
O este cartón sobre AMLO vs. Juanito:
O la sensacional caricatura del Vasco Aguirre:
Sería linda una exposición retrospectiva de la carrera de Magú.
Y ya entrados en la lista de deseos, ¿no estaría increíble un libro de puros retratos de Magú? Así, en blanco y negro. Desde políticos hasta músicos o escritores, personajes que no se olviden en 15 minutos. Eso estaría sensacional.
Me queda pendiente un post sobre Helio Flores, al que tengo el honor de haber conocido, pero será en otra ocasión. Por lo pronto, hasta aquí este elogio de la caricatura en tres partes, con un breve homenaje a Magú, quien acaso sin saberlo, es uno de los grafistas más talentosos e interesantes de nuestra plástica.
Valorémoslo, por que a pesar de que todos quisiéramos lo contrario, los moneros no son eternos. Ni irromplibles.
(Todas las imágenes son copyright de Magú, quien participa en el blog colectivo de Sactrapos, de donde saqué todas sus caricaturas).
"Hacer un buen cartón una vez es fácil", me dijo Efrén Maldonado cuando trabajaba con él. "Hacer uno bueno diario durante treinta años ya está más cabrón", añadió.
Debo decir en mi descargo que no conozco a Magú. Una vez, hace casi veinte años lo reconocí en la fila del cine para entrar a ver la película del Rocketeer. Me le acerqué, le dije que también hacía monos. Platicamos un par de minutos. Eso fue todo.
La gente que lo conoce lo ama o lo odia. No parece haber medias tintas.
Ello no le quita el ser uno de los artistas más talentosos de la gráfica nacional.
Vea usted la caricatura de Elba Esther Gordillo que abre este post. Analice de cerca los trazos, las formas. Unos garabatos espantosos, aparentemente colocados al azar. Y sin embargo, el retrato es fiel. Una caricatura maravillosa. Y encima de todo, con gran sentido del humor.
¿Alguien puede explicarme cómo lo hace?
He platicado con mis amigos Pepe Quintero y Luis Fernando acerca de Magú. Todos lo hemos estudiado. Hemos observado con cuidado sus dibujos. Ninguno de los tres tenemos la menor idea de cómo funciona la mente gráfica de este sujeto.
Nacido en 1944 en Jalisco, Magú estudió derecho, carrera que dejó para trabajar de cajero en un banco hasta que un concurso convocado por El Universal lo hizo colocarse de lleno en el oficio de caricaturista. Sus primeros dibujos eras más bien caricaturas sencillas, chistositas.
Pero poco a poco comenzaron a evolucionar sus monos. Aquellas líneas temblorosas de antaño fueron mutando en manchones de tinta caóticos. Sus cartones se llenaron de texturas desordenadas y pocos años después, hacia finales de los 70, su dibujo se había transformado en un engendro radiactivo.
Pero un engendro radiactivo sumamente ingenioso. Véase este cartón sobre Juanito:
Es lugar común decir que su dibujo es espantoso, probablemente él mismo piense eso. Sin embargo estoy convencido de que su obra es el hallazgo gráfico más interesante de la caricatura mexicana. Magú ha llevado lo abstracto al cartón. Si Saul Steinberg es el Picasso de la caricatura (Rius dixit) entonces Magú es nuestro Tamayo.
Uno de los problemas de hablar sobre caricatura política es la naturaleza efímera de la misma. Podría hablar por ejemplo de los cartones de Magú sobre Jimmy Carter o Fidel Velázquez. La inmediatez del oficio lo impide. A cambio, los invito a que observen el sensacional Vicente Fox de este cartón:
Todo está ahí. El escenario, el personaje, la expresión y sobre todo, EL CHISTE.
Y si bien la Jornada se publica en blanco y negro, el Magú se da el tiempo para colorear sus cartones. No le caerían mal un par de clases de Photoshop, pero me parece notable la paleta de colores que utiliza. Obsérvese la sutil combinación de grises fríos y cálidos con que coloreó este cartón sobre Ebrard:
Debo hacer varias aclaraciones:
1) No siempre suscribo las opiniones de Magú. Muchas veces discrepo (la mayoría). Pero me parece notable que jamás le he visto un cartón donde le eche flores a sus amigos. Siempre es agudo y filoso. De hecho, fue una de las primeras voces críticas hacia AMLO desde la izquierda (lo que le valió que le llamaran vendido).
2) Por favor, que no haga diseño editorial. Me parece un monero talentosísimo, pero que no se ponga a formar suplementos.
3) Me gustaría saber si pinta. Me encantaría tener un cuadro suyo.
4) Y no, no estoy en la nómina de la Jornada ni planeo estarlo. Hablo aquí como profesinal del mono (por feo que se oiga).
Alguna vez Magú ilustró un cuento infantil de Ibargüengoitia, lo que habla bien de sus gustos literarios. Sé por mi cuate Rictus que es un buen lector y como buen monero, un melómano.
No quiero extenderme mucho. Este post corre el riesgo de convertirse en una lista de elogios, que es lo último que quiero. Mejor vean este dinosaurio que dibujó hace poco:
O este cartón sobre AMLO vs. Juanito:
O la sensacional caricatura del Vasco Aguirre:
Sería linda una exposición retrospectiva de la carrera de Magú.
Y ya entrados en la lista de deseos, ¿no estaría increíble un libro de puros retratos de Magú? Así, en blanco y negro. Desde políticos hasta músicos o escritores, personajes que no se olviden en 15 minutos. Eso estaría sensacional.
Me queda pendiente un post sobre Helio Flores, al que tengo el honor de haber conocido, pero será en otra ocasión. Por lo pronto, hasta aquí este elogio de la caricatura en tres partes, con un breve homenaje a Magú, quien acaso sin saberlo, es uno de los grafistas más talentosos e interesantes de nuestra plástica.
Valorémoslo, por que a pesar de que todos quisiéramos lo contrario, los moneros no son eternos. Ni irromplibles.
(Todas las imágenes son copyright de Magú, quien participa en el blog colectivo de Sactrapos, de donde saqué todas sus caricaturas).
Elogio de la caricatura (2)
1
La cosa fue así:
A través de Efrén, Toño Garci nos invitó a un grupo de aspirantes a moneros a trabajar en una nueva revista de humor llamada El Guajolote. Recién egresados y desempleados, no dudamos en aceptar. Éramos Bachan, Carcass y Alfonso Escudero.
2
Una vez dentro, supimos que Editorial Posada, que era la misma donde se publicaba El Chahuistle, la revista de Rius, Helguera, Patricio y El Fisgón había tenido problemas con los moneros y todos habían renunciado.
¿Le entran?, nos preguntaron. Difícil negarse. Quince años después lo sigo lamentando. Sí, fui un esquirol de la caricatura.
3
El Chahuistle se editaba al vapor. Además de nosotros, había un pequeño grupo de caricaturistas jóvenes que realmente querían publicar en periódicos. Nosotros cuatro queríamos hacer cómics.
4
Las juntas creativas eran horribles. Nos juntábamos con el dueño de la editorial, hijo del fundador, unos doce colaboradores, ente guionistas y moneros. Platicábamos de las noticias y se asignaban tareas. Normalmente se tomaba la frase de la semana, alguna declaración absurda, y se repetía hasta el infinito en todos los cartones. O se hacía referencia a la película de moda para hacer una parodia a la MAD con políticos. Fue ahí donde me decepcioné de la labor del caricaturista político. El trabajo era repetitivo, apresurado y poco interesante. Y si tu cómic no se publicaba, no te lo pagaban.
5
En aquel tiempo, dulce juventud, mis tres amigos y yo firmábamos todo como el colectivo Molotov. Aún no aparecía la banda con el mismo nombre.
6
El período del Chahuistle se agotó rápidamente. El editor, Fernando Mendizábal, nunca pagaba a tiempo y llegó un momento en que dejó de pagar del todo.
Los Molotov nos retiramos. Los otros moneros se quedaron un tiempo más. Finalmente la revista se agotó y murió silenciosamente. No rescataría nada del material que dibujé con mis amigos en aquel tiempo. No vale la pena.
7
Nuestro propio colectivo se diluyó, Bachan entró a trabajar en una agencia de publicidad, Carcass y Alfonso se clavaron en la docencia. Yo me metí a diseñar la revista Complot y a escribir. Descubrí que la caricatura política no era para mí. En cambio, nunca dejé de hacer cómics.
8
Hace poco me preguntaban si me considero un monero, y no supe qué decir. A veces pienso que las vocaciones de historietista y caricaturista son tan diferentes como la de narrador y poeta.
9
En la caricatura política se aplica con brutal exactitud la ley de Sturgeon: "el 90% de lo que se publica es basura", por no decir mierda. Pero parafraseando a José Emilio Pacheco, daría mi vida de lector por dos o tres moneros.
10
Mis favoritos (de los activos):
Helio Flores, Rius, Palomo y Magú.
Los que siguen:
Jis, Naranjo, Helguera, Rocha, El Fisgón, Boligán, Garci, Alarcón, Calderón, Rictus.
Considero a José Hernández un ilustrador talentosísimo, muchos moneros deberían aprender de él.
De los muertos:
Abel Quezada (maestrazazo). Ram. Carreño. Dzib (grande entre los grandes, hoy olvidado).
Apenas un puñado. No necesariamente tengo que estar de acuerdo con sus opiniones. Pero los admiro como autores.
En la siguiente entrega, unas palabras sobre Magú, el secreto mejor guardado de la gráfica nacional.
1
La cosa fue así:
A través de Efrén, Toño Garci nos invitó a un grupo de aspirantes a moneros a trabajar en una nueva revista de humor llamada El Guajolote. Recién egresados y desempleados, no dudamos en aceptar. Éramos Bachan, Carcass y Alfonso Escudero.
2
Una vez dentro, supimos que Editorial Posada, que era la misma donde se publicaba El Chahuistle, la revista de Rius, Helguera, Patricio y El Fisgón había tenido problemas con los moneros y todos habían renunciado.
¿Le entran?, nos preguntaron. Difícil negarse. Quince años después lo sigo lamentando. Sí, fui un esquirol de la caricatura.
3
El Chahuistle se editaba al vapor. Además de nosotros, había un pequeño grupo de caricaturistas jóvenes que realmente querían publicar en periódicos. Nosotros cuatro queríamos hacer cómics.
4
Las juntas creativas eran horribles. Nos juntábamos con el dueño de la editorial, hijo del fundador, unos doce colaboradores, ente guionistas y moneros. Platicábamos de las noticias y se asignaban tareas. Normalmente se tomaba la frase de la semana, alguna declaración absurda, y se repetía hasta el infinito en todos los cartones. O se hacía referencia a la película de moda para hacer una parodia a la MAD con políticos. Fue ahí donde me decepcioné de la labor del caricaturista político. El trabajo era repetitivo, apresurado y poco interesante. Y si tu cómic no se publicaba, no te lo pagaban.
5
En aquel tiempo, dulce juventud, mis tres amigos y yo firmábamos todo como el colectivo Molotov. Aún no aparecía la banda con el mismo nombre.
6
El período del Chahuistle se agotó rápidamente. El editor, Fernando Mendizábal, nunca pagaba a tiempo y llegó un momento en que dejó de pagar del todo.
Los Molotov nos retiramos. Los otros moneros se quedaron un tiempo más. Finalmente la revista se agotó y murió silenciosamente. No rescataría nada del material que dibujé con mis amigos en aquel tiempo. No vale la pena.
7
Nuestro propio colectivo se diluyó, Bachan entró a trabajar en una agencia de publicidad, Carcass y Alfonso se clavaron en la docencia. Yo me metí a diseñar la revista Complot y a escribir. Descubrí que la caricatura política no era para mí. En cambio, nunca dejé de hacer cómics.
8
Hace poco me preguntaban si me considero un monero, y no supe qué decir. A veces pienso que las vocaciones de historietista y caricaturista son tan diferentes como la de narrador y poeta.
9
En la caricatura política se aplica con brutal exactitud la ley de Sturgeon: "el 90% de lo que se publica es basura", por no decir mierda. Pero parafraseando a José Emilio Pacheco, daría mi vida de lector por dos o tres moneros.
10
Mis favoritos (de los activos):
Helio Flores, Rius, Palomo y Magú.
Los que siguen:
Jis, Naranjo, Helguera, Rocha, El Fisgón, Boligán, Garci, Alarcón, Calderón, Rictus.
Considero a José Hernández un ilustrador talentosísimo, muchos moneros deberían aprender de él.
De los muertos:
Abel Quezada (maestrazazo). Ram. Carreño. Dzib (grande entre los grandes, hoy olvidado).
Apenas un puñado. No necesariamente tengo que estar de acuerdo con sus opiniones. Pero los admiro como autores.
En la siguiente entrega, unas palabras sobre Magú, el secreto mejor guardado de la gráfica nacional.
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