sábado, diciembre 24, 2005

Lecturas de invierno

Hoy quiero compartir aquí lo que ando leyendo en estas vacaciones decembrinas, algunos de ellos ya me los refiné y otros estoy en proceso de; la mayoría de ellos son recomendaciones de gente que quiero y ahora quiero correr la voz.

Van primero los ya leídos:


La mano de la buena fortuna de Goran Petrovic
"¿Tú me dijiste que Petrovic escribe como si Neil Gaiman fuera buen novelista?", le pregunté a Alberto Chimal. "No fui yo", me contestó, "pero es una buena manera de definirlo."

Efectivamente, Goran Petrovic, nacido en Serbia en 1961, es un fabulador de refinada vocación fantástica, y si bien estoy casi seguro de que no tiene ninguna vinculación directa con el propio Gaiman (ni siquiera deben conocerse), ambos deben compartir un montón de lecturas (y gozarían los libros del otro).

Fue mi amiga Bob la que habló por primera vez de Petrovic, que es su autor favorito, y quien me dijo que esta novela sería presentada en el Museo de Antopología. Ahí estuve, con una centena de entusiastas que incluyeron a los propios Bob, su novio René y Chimal.

La novela, situada en un período que cubre prácticamente todo el siglo XX serbio, es una celebración gozosa del acto de la lectura como elaboración mágica (y no pocas veces como acto subversivo). El misterioso libro Mi legado, novela ficticia sin personajes ni trama que sólo contiene la minuciosa descripción de una casa y sus jardines, sirve al autor para enlazar la historia de Anastas Branica, el autor del extraño libro y una serie de personajes entrañables que incluyen al corrector de estilo de una revista turística, una estudiante de inglés que busca emigrar de Belgrado, un espía del viejo estado comunista y una anciana bibliófila, enamorada en su adolescencia de Anastas.

Cualquier sinopsis que hiciera de la trama sólo sería un grosero bosquejo, como la cuarta de forros del propio libro, por lo que los invito con entusiasmo a adentrarse en su páginas para perderse en el universo onírico de Petrovic. De lo mejor que he leído recientemente.







Savage Membrane de Steve Niles
Hace poco vi a mi amigo y colega monero Santiago Casares Chili. Platicando con él me di cuenta de lo desconectado que ando del mundillo de los cómics. Chili, generoso como siempre, me prestó un par compilaciones de la serie Y: The Last Man (que la neta no me entusiasmó mucho) y de Hellblazer, que me gustó bastante más. También me prestó un par de novelas interesantes, una de las cuales ya leí: Savege Membrane es una hitoria de Steve Niles, guionista menor de cómics (ha escrito algunas cosas de Spawn y Batman, pero no es Alan Moore o Grant Morrison).

El autor fusiona dos subgéneros por los que siente un amor desbordado que no puede disimular, la novela negra y el horror. Cal MCDonald es un detective duro, ex policía y ex drogata que además de todo, puede ver gente muerta. Acompañado de Mo' Lock, su fiel asistente zombie, a McDonald se le encargan los casos más estrafalarios con los que tiene que lidiar el oficial Blout del departamento de policía de Washington DC.

En esta ocasión, una serie de cadáveres aparecen por toda la ciudad. Los cuerpos son hallados sin causa evidente de fallecimiento, pero con la caja encefálica vacía. McDonald sabe que detrás de ello yace una fuerza oscurs y misteriosa a la que se enfrentó en el pasado.

Si bien no es una gran novela (me parece que a veces se pierde en el homenaje y que tiene problemillas de ritmo), Niles logra crear un personaje entrañable dentro de un mundo ficticio donde lo que domina es la atmósfera noir perfectamente asimilada de autores como Ed McBain, James Ellroy y el mismísimo Chandler. Hay momentos en que recuerda al Stephen King de Umney's Last Case, pero en todo caso jamás cae en lo aburrido (y se agradece que tome distancia de los referentes obligados de John Constantine y los X-Files). Una divertida novelita policíaca bien diseñada e ilustrada por Ashley Wood.

Sus ojos son fuego, de Gonzalo Soltero
Ésta es la única de la que no tengo imagen (y que olvidé en casa, de otro modo hubiera digitalizado la portada).

Ganadora en 2004 del prestigioso premio de novela Jorge Ibargüengoitia, convocado por el estado de Guanajuato, Sus ojos... es una gran novela de ciencia ficción, en la mejor acepción del término. En ella, el biólogo Adrián Ustoria sobrelleva una mediocre vida de investigador en un instituto dominado por la administración burocrática y los trabajadores sindicalizados. Ustoria intuye que está en el umbral de un gran descubrimiento que vincula el comportamiento animal y su agresividad con los niveles de contaminación de la Ciudad de México, sólo para descubrir que ésta se ha convertido en una bomba de tiempo para sus habitantes, amenazadas por la especie animal con la que la humanidad siempre ha competido: las ratas.

Perturbadora, inquietante pero sobre todo rigurosamente ejecutada, la novela demuestra desde la primera página los méritos que decidieron al jurado otorgarle el premio.

Desgraciadamente es difícil de conseguir, pero vale la pena el intento (supe de ella por una nota muy entusiasta de Eduardo Antonio Parra, así que viene con buenas recomendaciones).

En proceso de lectura:


Cuando el río suena, de Joe R. Lansdale
Regalo de Alberto y Raquel Chimal, que saben de mi gusto por los cuentos de Lansdale, que a su vez conocí por Pepe Rojo.

Cuando el río suena es la traducción de la novela The Bottoms, con la que el autor ganó el Edgar Award en 2001. A medio camino entre la novela negra, el horror y el recuento histórico, narra los recuerdos de un niño texano durante la gran depresión, cuando su vida cotidiana se ve rota por el descubrimiento, junto con su hermanita, del cadáver de una mujer negra que ha sido violada, torturada y colgada de un árbol a un lado del río.

Un autor perturbador donde los haya, Lansdale logra equilibrar el tono iniciático de la narración con la sordidez del asesinato, la tensión racial en la Texas de los años treinta y la recreación del habla de la época (que desgraciadamente se pierde en la traducción que por otro lado es impecable). Apenas la comencé a leer y ya voy en la página 70 de 306, así que promete, ya les contaré...







Por leer:







Atlas descrito por el cielo, de Goran Petrovic
Esta fue la primera novela que publicó en español la editorial Sexto Piso de Petrovic. La mano de la buena fortuna me dejó con ganas de más. Debo resaltar la extraordianria traducción de una mujer de nombre impronunciable a quien en la presentación del libro todos llamaban Buba (sí, como la de Quintero). Es el libro favorito de mi amiga Bob.













Battle Royale, de Houshun Takami
Hace poco lamentaba con José Luis Zárate la ausencia de traducciones de ciencia ficción japonesa (narrativa, no manga ni anime). Sin saberlo, Chili llegó al rescate al prestarme esta novela en la que un grupo de preparatorianos son llevados a una isla desierta como parte de un experimento militar secreto.

En ella, deben pelear unos contra otros hasta que de los cuarentaidós sólo quede un sobreviviente (Survivor meets Beverly Hills 90210 a lo cabrón).

La novela ha sido posteriormente adaptada a manga y se adaptó al cine en una cinta hiperviolenta (seguro el Carcass y Jorge Grajales ya la vieron). Yo me muero por hincarle el diente. Ya les platicaré...







The Blind Assasin, de Margaret Atwood
Penúltima novela de esta autora canadiense, quizá la más importante de su generación. La he empezado a leer dos veces sin avanzar mucho, así que esta es mi oportunidad. Espero lograrlo.

Así mismo, me gustaría terminar la trilogía de Red Mars, Green Mars y Blue Mars De Kim Stanley Robinson, acabar de una vez por todas Vineland de Thomas Pynchon y leer Perdido Street Station de China Mieville (que me regaló Paco Haghenbeck hace mucho) y Cryptonomicon y Diamond Age de Neal Stephenson, pero creo que tendrán que esperar al próximo año, igual que Salem's Lot del buen y viejo Stephen King.

Además, hay que hacerle espacio a algún libro serio. Aunque sea uno de Saramago...

Oh well.

Feliz navidá. Salú.

lunes, diciembre 19, 2005

King of Horror (2)


"He is a man who writes what used to be called penny dreadfuls. That they could believe that there is any literary value there or any aesthetic accomplishment or signs of an inventive human intelligence is simply a testimony to their own idiocy", dijo el distinguido académico Harold Bloom respecto a Stephen King cuando en 2003 se le concedió el National Book Award (máximo galardón literario de su país) por su trayectoria.

En traducción simultánea: "Es un hombre que escribe lo que solíamos llamar pasquines de a centavo. Que pudieran pensar que (en su obra) hay cualquier valor literario, logro estético o señales de una inteligencia humana creativa es simplemente una evidencia de su estulticia." Qué duro, mr. Bloom.

Estoy seguro de que por lo pronto a S.K. le debe importar poco menos que madres lo que opine Harold Bloom. Con más de 50 libros publicados en un período de 30 años, el hijo predilecto de Bangor, Maine, ha asegurado a golpe de tecla un nichito en el inconciente colectivo.

Por otro lado, es verdad que la trayectoria narrativa de don Steve es bastante irregular, aunado a una serie de desiguales adaptaciones fílmicas de su trabaj que han ido de grandes cintas (El resplandor, The Shawsank Redemption...) hasta lo francamente vomitivo (The Tommyknockers, Sleepwalkers, Dreamcatcher).

No quiero abundar en sus series, como The Dark Tower o The Talisman/Black House, ni en su estrepitoso fracaso en la única incusrsión que tuvo en el cine en 1986 con Maximum Overdrive, probablemente una de las peores películas que he visto en todos los tiempos.

Tampoco pienso profundizar mucho más en la vida y obra del maestro King (no soy un experto como José Luis Zárate o Alfonso Escudero), a cambio de eso sólo quiero compartirles 10 cosas que adoro de Stephen king:

1) Su desenfado para echar mano de las referencias pop más inverosímiles. Lo mismo hace una metáfora sobre Scooby-Doo que cita a los Ramones, que toma los nombres de sus personajes del cine y el cómic que cita a Poe o Bradbury sin prejuicios.

2) Su capacidad para conectarse con los niños. Yep, Stephen King es al autor de quien más he aprendido a cómo dirigirme al público infantil. De acuerdo, nunca ha escrito libros para niños, pero la manera en que recuerda su niñez en It o The Body (noveleta que inspiró Stand By Me) es sincera y entrañable. Una de las mejores novelas juveniles que he leído es Los ojos del dragón, libro de fantasía clásico (con príncipes, caballeros y dragones) escrito para su hija Naomi cuando era preadolescente. Un cuento de hadas con el tenebroso sentido del humor de King.

3) El cuento Survivor Type, sobre un cirujano náufrago en una isla diminuta que comienza a autoamputarse para comerse a sí mismo es la historia corta más tenebrosa que he leído en mi vida ("manos de cerdo saben igual que pies de cerdo...").

4) Escribe con los Ramones, Anthrax y AC/DC a todo volumen. Yeah.

5) Su libro On Writnig, A Memoir Of The Craft es uno de los mejores sobre el oficio de escribir que he leído. Desde luego, los fanáticos hardcore de Proust y los poetas exquisitos lo encontrarán vomitivo.

6) Pese a su éxito como novelista, jamás ha abandonado el cuento corto, del que es un gran ejecutor.

7) Es un empresario exitoso que no se avergüenza de sus millones, producidos básicamente frente al teclado.

8) Sigue casado con su primera esposa, Tabitha King, a la que adora.

9) Dejó las drogas y el alcohol, y ha dicho públicamente que eso de que los escritores "somos seres sensibles que necesitamos de las sustancias para lidiar con el mundo" es una patraña. "Todos nos vemos iguales a la hora de vomitar", escribió.

10) Es un gran creador de personajes (lástima, hay que reconocerlo, suele echar a perder sus libros con finales anticlimáticos).

Por lo pronto, pienso releer en estos días dos de sus antologías de cuentos y si me da tiempo antes de volver a la universidad, una de sus novelas viejas. Pero sobre ello abundo en otro post...

miércoles, diciembre 14, 2005

Poesía pura



El Señor Presidente de la República y su esposa, con los menores infractores. Los cuernos son cortesía del Roñas.

lunes, diciembre 12, 2005

Robert Sheckley (1928-2005)



Murió el pasado 9 de diciembre Robert Sheckley, consderado por muchos el más agudo cuentista de la ciencia ficción norteamericana. Hay quienes le ha comparado con Jonathan Swift y Kafka. De ese tamaño.

Autor de más de 400 cuentos (nadie tiene la cuenta exacta, debido a que era muy prolífico), Sheckley terminó sus días con grandes apuros económicos y de salud. Terminó su carrera escribiendo novelitas de Deep Space Nine.

Este año, el autor cayó gravemente enfermo durante un viaje a Ucrania, atendiendo una convención de ciencia ficción. La cuenta del hospital era tan alta que sus fans de todo el mundo apoquinaron para pagarla.

Sólo para la trivia, Sheckley era padre de Alisa Kwitney, editora de Sandman y otros cómics del subsello Vertigo.

En la foto, tomada en Gijón, España, en 2000, aparecemos Pepe Rojo (vestido de ídem) y yo intercambiando mails con el maestro.

Descanse en paz.

Bienvenido a la Tierra, Jonás

Justo hablando de mi adorado Pepe Rojo, el pasado miércoles nació su segundo hijo, Jonás. Muchas felicidades a Deyanira, la orgullosa mamá y a Sofía, la hija mayor de los Rojo Torres.

jueves, diciembre 08, 2005

1980

Hacía frío. Me acuerdo muy bien. De eso y del color verde menta de las paredes del salón, del escritorio arcaico de la maestra Estelita y de la noticia que trajo Raquel.

"Mataron a John Lennon", dijo, con sus ojitos muy abiertos, un par de avellanas que nadaban en su rostro cremoso.

"¿A quién?", le pregunté.

"A John Lennon. El de los Beatles."

Y no me acuerdo de mucho más.

En mi casa no se oía su música. Mis papás rojillos-liberales-jipitecas-de izquierda escuchaban jazz y folklore latinoamericano (me arrullaban con Óscar Chávez, Nacha Guevara, Dave Brubeck y Gabino Palomares). Creo que ni siquiera había escuchado la palabra rock.

Pero lo habían matado aquella mañana.

¿Qué hubiera pasado si Mark David Chapman no lo hubiera abatido a tiros? Quien hoy tendría 65 años seguramente hubiera seguido produciendo música. Se hubiera clavado en la cocaína durante los 80 y habría producido música cada vez más pirada. La generación post punk lo habría despreciado sólo para revalorarlo años después (Bono y Michael Stipe, grandes oportunistas, habrían grabado con él, seguro). Estoy convencido de que trabajaría durante años en un proyecto secreto que se convertiría en su obra maestra, editada póstumamente tras años de olvido durante los que no hubiera sido más que una curiosidad para nostálgicos (como sus compañeros de banda). Y que hubiera sido el único en negarse a una patética gira de reencuentro.

Pero se murió y fue Raquel, la niña más bonita de mi salón, de la que estuve enamorado desde primero de primaria, la flaquita alta, nuestra Mafalda local, la que llegó aquella mañana y me dijo:

"Mataron a John Lennon."

viernes, diciembre 02, 2005

Eh... la revista Chilango me incluyó en su lista de chilangos del año junto a Enrique Norten, Jacobo Zabludovsky, AMLO, Café Tacvba y varios más.

Muchas gracias.

King of Horror (1)



"Soy el equivalente literario de una Big Mac", dijo Stephen King. Y se arrepintió al instante de haberlo hecho.

En otra ocasión le preguntaron si había leído a Dostoievsky.

"No, pero he devorado cada una de las palabras que ha publicado Dean R. Koontz", replicó sonriendo.

Odiado por loa académicos, considerado basura por los intelectuales y leído por millones de personas en el mundo, Stephen King es uno de los escritores más conocidos en el mundo, quizá sólo superado en número de fans por Tom Clancy.

Durante muchos años tuve a don Steve como parámetro de literatura chafa, un vomitador compulsivo de best sellers baratos.

"Pero, ¿lo has leído?", me preguntó mi amigo Alfonso Escudero.

"Nop", contesté levantando los hombros, "no me interesa." Como tantos escritores que conozco. La realidad es que me estaba perdiendo de algo. Y de algo bueno.

(Era la época en que yo quería ser un gran literato, whatever the fuck that means...)

"Yo no escribo caviar. Escribo salami. Pero trato de escribir buen salami", escribió King para el libro The Writer's Desk, un bonito volumen de fotos que Jill Krementz (esposa de Kurt Vonnegut) tomó a decenas de escritores en su espacio de trabajo.

Debo confesar que parte de mi debilidad por King proviene de que tiene exactamente la edad de mi papá (ambos nacieron, igual que David Bowie, en 1947). Pero debo decir en su favor que es un gran narrador, dueño de un oficio envidiable y un gran constructor de personajes. José Luis Zárate, el escritor mexicano vivo que más admiro, ha dicho de King; "Sus libros están llenos de paja... pero qué buena paja."

Efectivamente, azuzado por el entusiasmo de Alfonso por Stephen King (él y su hermana eran auténticos eruditos kingianos) decidí leer It (1986), un tabicón de más de mil páginas. Cada que alguien me veía leyéndolo me preguntaban que porqué no mejor leía la biblia ("porque es mucho más aburrida").

Así fue como llegué al mundo alucinante de King. Un lugar poblado por toda clase de horrores sobrenaturales, entidades cósmicas que tomaban la forma del miedo humano refugiadas en las coladeras, cirujanos náufragos que se auto amputaban los miembros para comérselos, sectas de niños que mataban a los adultos y a todos los que cumplieran más de 15 años, autos poseídos por la maldad misma, vampiros que caminan a la muz del día y adolescentes psíquicas.

Un universo interconectado de historias sobrenaturales, enraizado en la larga tradición norteamericano del horror (Poe, Lovecraft...) y su cultura pop.

Pero volveré sobre Stephen King, al que olvidé incluir en la lista de nerds que admiro, en futuros posts.

jueves, diciembre 01, 2005

Sobre el inconveniente de haber nacido (en México)

Un legislador panista, Miguel Ángel Toscano, usufructó sus 15 minutos de fama para acusar a varios colegas de recibir sobornos de las grandes tabacaleras para evitar que se aprobara un mayor impuesto a los cigarrillos. A la hora de exigirle pruebas, sus evidencias literalmente se convirtieron en humo, al grado de que los propios panistas le dieron la espalda. El ridículo de la semana.


Felipe Calderón Hinojosa será ungido candidato a la presidencia por el PAN en ausencia del presidente Fox. Sabiamente ha decidido mantener una sana distancia de quien parece ser una especie de Rey Midas pero al revés (recuérdese a Creel y Usabiaga, quienes hubieron de lamentar su padrinazgo).


El próximo domingo se decidirá por votación quién será el candidato del Perredé para el gobierno de la ciudad. El favorito es el delfín de AMLO, don Marcelo Ebrard, de extracción priísta, colaborador de Manuel Camacho Solís y desde luego una persona cercana --en su momento, aunque fuera tangencialmente-- al presidente Salinas.


Parece cerrarse un cerco alrededor de Manuel Bribiesca Sahagún. Estoy seguro que dentro de un año, al salir de funciones el presidente Fox, va a reventar un escándalo de corrupción sólo comparable al del hermano incómodo de CSG o a los excesos del Negro Durazo con JLP. Habrá que esperar.


Lo de Arturo Montiel da asco. Qué cinismo, sólo comparable al de Roberto Madrazo al declarar que cada que lo quieren perjudicar sus enemigos sacan a relucir su penthouse en Miami de un millón de dolarucos.


Hoy se cumplen 5 años de administración Fucksista. Y nada.


Se ha asignado un tope de !!!651 millones de pesos¡¡¡ para gastos de campaña de cada candidato. El erario destinara alrededor de $4,200 melones de varos al proceso electoral. Imaginen las escuelas que se podrían construir con la mitad de ese dinero. Demos gracias al IFE.


Ah, raza...

jueves, noviembre 24, 2005

Qué duro puede ser el silencio.

¡El chicharito fue niño!

Ayer, alrededor de las 11 de la noche, en una cesárea prematura que por algunas horas angustió a los papás y la gente que los queremos, nació Diego, hijo de Gerardo y Tania Sifuentes.

El niño está bien, deberá permanecer un tiempo en la incubadora pero todo se reporta como OK.

Mientras esperaba en el vestíbulo del hospital, junto con su familia política, Gerardo me mando un mensaje al celular. Estaba a punto de entrar al quirófano con Tania.

"Un enfermero está chiflando la marcha imperial" (de Star Wars, desde luego).

"Eso", contesté, "sólo puede ser señal de buen augurio." Y así fue.

Muchas felicidades a los papás y sus familiares.

Bienvenido a este planeta, Diego.

lunes, noviembre 21, 2005

Aún no se completan ni 48 horas. Pero ya me duelen como si fueran 72.

"Se ve que eres de la banda...

Tras un viaje que resultó más largo de lo que creí, llegué a Aguascalientes.

Me recibió el poeta Juan Manuel El Cholo Rodríguez. "No te conocíamos más que por la foto de tu libro, pero nomás se te ve un ojo". El Cholo tiene talleres literarios en todas las cárceles de Aguascalientes. A mí me había invitado a platicar con los presos del Cereso El Llano, el de máxima seguridad.

Me dejó en el hotel. "Nos vemos mañana, a las 10 y media".

Al día siguiente llegó puntual. Yo seguía sin saber qué esperar. Me sentía ligeramente intranquilo.

El Llano está a casi una hora de Aguas. En el camino, Juan Manuel me contó de sus andanzas "con la banda". Me mostró sus tatuajes, me platicó de la calle. No como aquellos que se las dan de tipos duros que lo han visto todo, sino con la naturalidad de quienes efectivamente lo han hecho.

Al llegar me di cuenta de que el Cholo es todo un pesonaje por aquí. "Buenas, profesor", lo saludan los celadores de la puerta. No puedo evitar sentir cierto dèja vu al entrar.

Hubo que registrarse en la entrada. Un custodio pidió nuestras identificaciones. Cuando vio que mi nombre era el mismo de la portada del libro que llevábamos, cambió totalmente de actitud. "Nunca había conocido a un escritor", me dijo. En la pared había colgado un póster con "La oración del custodio", que no me detuve a leer.

Tras un registro de ropas, entramos a la cárcel. Caminamos por un pasillo subterráneo que desembocó a un patio enrejado que tuvimos que rodear. Otra reja más y ya estábamos adentro, en la escuelita. "Nos dejaron entrar rápido, cuando vienes de visita te encueran, te ponen a hacer sentadillas", acotó mi guía.

Lo primero que me sorprendió fue ver a un par de mujeres por ahí. Maestras y trabajadora social. Lo segundo, que en esta cárcel no hay uniformes.

"¿Qué pasó, prof, los esperábamos a las 10?", dijo un señor de bigote, vestido de jeans. Resultó ser un reo de alta peligrosidad, de esos que sacan esposados como a Hannibal Lechter.

Había habido una confusión de hora. Los muchachos se había ido, cansados de esperar. Pero ahí seguían Fernando, el de bigote, y Juan, chaparrín tatuado de pies a cabeza.

"Vayan por los otros", pidió el Cholo. Hubo que dar sus nombre a otro guardia. Y esperar un poco.

Fueron llegando uno a uno. Otro Fernando, otro Juan, Parrish, Josué, El Pitas, Alfredo... Saludé a todos de mano, intentando aprenderme sus nombres.

Asesinos, violadores, secuestradores.

Todos ellos, incluso Juanito el de los tatuajes, venían con la tranqulidad de quien se ha resignado al encierro, de los que saben que pasarán ahí un buen rato. La moyoría eran más jóvenes que yo.

"Platícanos", me animó el Cholo para abrir fuego, valga la expresión, "sobre tu visión de la narrativa. Cuéntanos sobre tu libro."

Y hablé.

Hablé sobre nuestra necesidad de escuchar historias, que no hemos podido saciar desde que nos reuníamos alrededor de las fogatas. Del privilegio del que gozamos los que trabajamos con las palabras como los carpinteros con la madera. De la capacidad liberadora de la poesía, de la narrativa. Después les leí uno de los cuentos.

Ellos me escuchaban. De tanto en tanto alguien preguntaba algo. Se convirtió en una plática entre cuates. En poco rato algunos de ellos me dieron a leer sus poemas. Acabamos hablando de libros, de sus lecturas. Supe que varios de ellos habían ganado premios de poesía, dentro y fuera de la categoría penitenciaria.

En la reducción del encierro, los hombres más rudos son gente muy sensible, muy receptiva.

Llegó la hora de despedirse. Me hubiera gustado quedarme más. Cuando uno me preguntó que si se podía vivir de escribir les dije que no, pero que experiencias como la que me habían regalado aquella mañana no tenían precio, compensaban todo. Había llegado la hora de la comida para ellos. "El toro", le decían. Lamenté despdirme.

"Cuando nos dijeron que venía un escritor", me dijo Juan Tatuajes, "pensamos que vendría un cuate de traje, muy mamón. Pero nomás de verte se ve que eres de la banda."

Salí flotando.

Sólo hasta que íbamos de regreso le pregunté a Juan Manuel porqué estaba dentro cada uno de ellos. Maldito morbo.

Hubiera preferido no saberlo.

De vuelta a la frivolidad



Mamá Pulpa sacó su disco. Tras 9 años de tocar ininterrumpidamente, con grandes altibajos y cambios de miembros, el proyecto de Alfredo Fernández (único sobreviviente original) presenta su CD El mundo es muy difícil. Conseguible en los Mix-Up. Un saludo a Chipotes, el Huevo y Pascual, los demás pulpos...

miércoles, noviembre 16, 2005

Trescientos

Esta es mi primera página personal en internet, mi primer espacio propio, una boya en medio del mar eléctrico...
y no se me ocurre nada inteligente que decir.


Así empecé hace casi tres años este blog que hoy cumple 300 posts.

Uf.

Si hubiera escrito una cuartilla por cada entrada que he pegado aquí, tendría ya una novela de tamaño respetable.

Sigo sin encontrar nada importante qué decir, este espacio ha sido tan sólo un murmullo en medio de la estridencia digital. Allá afuera hay dos millones de usuarios de Blogspot. No existe persona que pueda leerlos todos.

Por ello quiero agradecer a todos los que se ha detenido aquí a leer lo que este monero sube más o menos una vez a la semana. A todos los que han dejado sus comentarios (incluido el anónimo que no le gusta nada pero que lee todo lo que escribo) y muy especialmente a la raza que me ha mandado mails desde esta página.

Pero no quería dejar de hacer una pequeña celebración por 300 posts en este blog. Para hacerlo, y recordando que en la primera entrada de esta bitácora puse una lista de 10 personas que merecen ir a la hoguera, hoy les comparto una de diez nerds que admiro.

En total desorden:

1) Álex Delaiglesia, cineasta.

2) Rob Zombie, músico.

3) Chris Ware, monero.

4) Robert T. Bakker, paleontólogo.

5) Woody Allen, cineasta.

6) Zada Hadid, arquitecta

7) Ida Moh!, monera

8) Carlos Monsiváis (king of nerds!)

9) Guillermo González Camarena, inventor

10) Juan García Esquivel, músico


Por lo pronto, me voy a Aguascalientes a tener una plática con los reclusos de un CERESO, concretamente con los miembros de un taller interno de cuento. Mi amigo Andrés Acosta fue tallerista durante varios años en un reclusorio y dice que es una experiencia alucinante. No lo dudo.

Gracias de nuevo por haberme acompañado en estos 300 posts. Nos leemos pronto.

viernes, noviembre 11, 2005

Dios le bendiga, Mr. Vonnegut



Acabo de perder un entusiasta post sobre Kurt Vonnegut. En un intento vano por recuperarlo, aquí va de nuevo:

Decía que hoy es el cumpleaños de Kurt Vonnegut, mi escritor favorito.

Hablaba de su vida, nacido un día como hoy de 1922, en Indianápolis, EEUU, en el seno de una acomodada familia germano-norteamericana. De cómo había tenido una niñez tranquila hasta la llegada de la gran depresión, que dejó a su familia al borde de la miseria y a su madre, Edith, sumida en una tristeza que desembocó en el suicidio (él mismo intentaría quitarse la vida en 1985).

Contaba que Kurt Vonnegut había estudiado química en la Universidad de Cornell, en Nueva York, donde también estudiaron Carl Sagan, Toni Morrison y Thomas Pynchon, entre otros.

Refería su posterior enlistamiento en el ejército, de cómo fue mandado al frente europeo y hecho prisionero de guerra por los nazis, de la manera en que fue enviado a trabajar en una fábrica en Dresden, Alemania. Del modo en que atestiguó, encerrado en una celda subterránea, el bombardeo aliado que dejó reducida a cenizas esta hermosa ciudad medieval.

Asimismo, hablaba de su vuelta a la vida civil, de su paso por la Universidad de Chicago para estudiar antropología y su posterior trabajo en el departamento de relaciones públicas de la General Electric en Schenectady, Nueva York, de cómo Vonnegut atribuye su estilo conciso, casi telegráfico, a tantos informes y boletines de prensa redactados durante ese período.

Decía que su primer cuento corto, Report On the Barnhouse Effect, una joyita, fue publicado en 1950 (su temprana narrativa breve está compilada en el libro Wellcome to the Monkey House, de 1968).

Que su novela Player Piano (1952) fue inspirada por el ambiente deshumanizado y alienante de la General Electric, que su siguiente libro, The Sirens of Titan (1959) fue incluido en la compilación de las mejores 100 novelas anglosajonas de ciencia ficción (1949-1984) que hiciera David Pringle.

También comentaba que el propio Vonnegut lamentaba un poco haber comenzado a escribir ciencia ficción, género que en sus propias palabras "algunos críticos confunden con una letrina".

Y decía que su siguiente novela, Mother Night (1961), daba un giro radical, al tratarse de las memorias apócrifas (presentadas por Vonnegut como auténticas) de Howard W. Campbell, Jr. (seguramente el nombre es una referencia al célebre editor de ciencia ficción), un doble agente gringo infiltrado en la cúpula nazi como propagandista antisemita, tan metido en su papel que al terminar la guerra es llevado a juicio por el gobierno de Israel, desvanecida toda evidencia de que trabajaba para el gobierno gringo (y que mandaba mensajes cifrados a través de sus discursos radiofónicos).

Hablaba de mi teoría personal de que, vistas en retrospectiva, cada novela de Kurt Vonnegut lidia en concreto con un gran tema de lo humano (refería al propio Vonnegut diciendo que toda gran obra literaria trata sobre la monserga de ser un humano).

Así, escribía sobre mi creencia de que Vonnegut ha escrito, entre otras, una novela sobre la ciencia (Cat's Cradle, 1963), otra sobre la guerra (Slaughterhouse Five, 1969), una más sobre el poder (Jailbird, 1979) y mi favorita personal, una sobre el arte (Bluebeard, 1988).

Y entonces entraba de lleno al universo Vonnegutiano, de personajes que saltan de una novela a otra, de situaciones interconectadas y obsesiones recurrentes. Hablaba de sus personajes, como el extravagante escritor de ciencia ficción Kilgore Trout, alter ego del propio Vonnegut y basado en la personalidad de Theodore Sturgeon (de ahí el juego de palabras), o el pintor Rabo Karabekian.

Decía que hay buenas traducciones de sus libros, pero HAY que leerlo en inglés.

Hasta ahí lo escrito.

Entonces pensaba contar sobre cómo di con mi primera novela de Kurt Vonnegut una las muchas tardes que pasé en la biblioteca de la Ibero, lidiando con mis horas ahorcadas. De cómo encontré un ejemplar de Barbazul, la traducción de Anagrama mientras buscaba un libro de William Burroughs. De la manera en que lo tomé, confundiendo a su autor (no me pregunten porqué) con Philip José Farmer. De la forma en que me voló la cabeza su lectura y me volvió un adicto a la narrativa de Vonnegut.

De ahí pensaba hablar de su estilo conciso, de párrafos breves que semejan telegramas. De su agudo sentido del humor y rabioso cinismo que esconde (lo sabemos bien, Kurt) un profundo amor por lo humano. De que Bluebeard es mi novela favorita de todos los tiempos.

Y planeaba referir su trayectoria como monero, que iniciara ilustrando sus propios libros, siendo especialmente famoso su dibujo de un ano ("an asshole", en otro juego de palabras) con forma de asterisco para Breakfast of Champions. De cómo ha expresado su admiración por Saul Steinberg.

Pensaba hablar de las películas que se han hecho sobre sus libros, sobre su aparición en una cinta menor de Rodney Dangerfield, sobre su adicción a fumar Pall Mall ("una manera elegante de cometer suicidio"), sobre su hermano Bernard Vonnegut, brillante meteorólogo descubridor de un método par inducir la lluvia rociando bromuro de plata sobre las nubes, sobre la trágica muerte de su hermana Alice y la consecuente adopción de sus sobrinos, sobre su feroz antimilitarismo, sobre su esposa, la fotógrafa Jill Krementz, sobre la novela Venus on the Half Shell escrita en 1974 por Philip José Farmer a partir de medio párrafo de God Bless You, Mr. Rosewater y firmada con el seudónimo de Kilgore Trout, en un impresionante ejercicio de imitación del estilo vonnegutiano, sobre su creencia de que jamás ha recibido el premio Nobel por haber fracasado como vendedor de autos Saab ("los suecos, se dice, tienen penes cortos y memoria larga..."), sobre cómo casi se muere cuando se incendió su departamento de Manhattan en el 2000, sobre el bautizo del asteroide 25399 Vonnegut en su honor...

En fin, iba a ser un bonito post sobre Kurt Vonnegut, escrito para festejar su cumpleaños el día de hoy, decretado oficialmente en Nueva York por el alcalde Bloomberg como el día de Kurt Vonnegur,Jr.

Quizå sea mejor homenaje leer sus libros. A continuación, la lista (casi) completa de ellos (descontando ediciones limitadas y cosas semejantes):

Novelas
Player Piano (1952).
The Sirens of Titan (1959).
Mother Night (1961).
Cat's Cradle (1963).
God Bless You, Mr. Rosewater (1965), ésta es muy popular, pero no es de mis favoritas.
Slaughterhouse-Five (1969).
Breakfast of Champions (1973).
Slapstick (1976).
Jailbird (1979).
Deadeye Dick (1982), la única que no he leído. *
Galápagos (1985).
Bluebeard (1988) ¡WOW!
Hocus Pocus (1990).
Timequake (1997), con la que se despide de la narrativa.


Compilaciones de cuento
Canary in a Cathouse (1961) .*
Welcome to the Monkey House (1968).
Bagombo Snuff Box (1999). *

Ensayo
Wampeters, Foma and Granfalloons (1974), una maravilla de libro.
Palm Sunday, An Autobiographical Collage (1981).
Fates Worse than Death (1991).
God Bless You, Dr. Kevorkian (1999). *
A Man Without a Country (2005), compilación de sus artículos publicados en la revista In These Times. *

Los que están marcados con (*) no los tengo, , así que ya saben qué pueden regalarme en navidad.

¡Feliz cumpleaños, querido Kurt!




De puntitas
Me produjo gran tristeza la muerte inesperada de Emilio Ebergenyi, legendario locutor de Radio Educación.

Sé que nadie oye esa estación, pero los que fuimos criados por papás comunistas-jipis-liberales-de izquierda recordamos todas las mañanas, camino a la primaria, su programa infantil "De puntitas", deliciosa transmisión que a diferencia de Odisea Burbujas y anexas, no trataba a los niños como adultos idiotas.

Personaje imprescindible de la radio cultural, actor y locutor, dueño de un gran sentido del humor y una actitud auténticamente irreverente, Emilio murió de un aneurisma a la edad de 55 años. Había dedicado los últimos 30 a la locución.

Se dice que al saber que lo operarían de la cabeza, dijo " al menos que no me extirpen el sentido del humor". Snif.

No tuve el gusto de conocerlo. Me entrevistó por teléfono para el noticiero "Pulso" de Radio Educación, ahora que se publicó Tiempo de alacranes. Le dije que era su fan desde niño. Quedamos que iría algún día a la cabina. Nunca será.

Descanse en paz.

jueves, noviembre 10, 2005

Big Bang



Esta semana y durante las siguientes dos estará publicándose en la revista Big Bang mi cómic Tres Deseos, sobre una niñita pedinche y su muy mañosa hada punk. Sé que BB sale a principios de semana y puede que hoy sea un poco tarde, pero aún estamos a tiempo (es la que tiene a Chicken Little en la portada).

También estaré el domingo presentando Pulpo Cómics en la FILIJ, a las 15:00 horas en la Carpa Jóvenes de la Feria, en compañía de Pepe Rojo, Jimena Padilla y Ricardo Peláez, y firmando libros en el stand de Alfaguara a las 18:00. La feria estará en el CNA, Tlalpan y Churubusco. La entrada es gratuita (el estacionamiento no, caramba...)

lunes, noviembre 07, 2005

"Buñuel tiene razón...

Cuenta Luis Buñuel en su libro de memorias, Mi último suspiro (qué gran título), la siguiente anécdota:

En cierta ocasión se hallaban reunidos Federico García Lorca, Salvador Dalí y el propio Buñuel. Imaginen la escena.

García Lorca leía a sus amigos su última obra, titulada Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín.

Cuando Federico acabó, emocionado hasta las lágrimas, les preguntó:

--Bien, ¿qué os ha parecido?

En ese momento cayó un silencio estrepitoso, incómodo. García Lorca sólo alcanzó a buscar con la mirada a Buñuel, quien sin dudar le dijo:

--Es una mierda.

Lorca, el gran poeta de la guerra civil española, el más importante dramaturgo español de la primera mitad del siglo XX y autor favorito de Leonard Cohen se quedó congelado. Buscando ayuda, volteó hacia Dalí, quien remató:

--Buñuel tiene razón. Es una mierda.

En aras de la justicia, Lorca no sólo es un poeta sublime, sino que además el muy maldito se dio el lujo de adelantarse por lo menos un par de décadas a sus conteporáneos. Como evidencia, ofrezco el siguiente texto, tomado de su libro Poeta en Nueva York (1930), que Allen Ginsberg hubiera querido poder escribir en los 50:

New York

Oficina y denuncia

A Fernando Vela

Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato.
Debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero.
Debajo de las sumas, un río de sangre tierna.
Un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas, lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría,
Lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
Yo he venido para ver la turbia sangre,
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos
que dejan los cielos hechos añicos.
Más vale sollozar afilando la navaja
o asesinar a los perros
en las alucinantes cacerías
que resistir en la madrugada
los interminables trenes de leche,
los interminables trenes de sangre,
y los trenes de rosas maniatadas
por los comerciantes de perfumes.
Los patos y las palomas
y los cerdos y los corderos
ponen sus gotas de sangre
debajo de las multiplicaciones;
y los terribles alaridos de las vacas estrujadas
llenan de dolor el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.
Yo denuncio a toda la gente
que ignora la otra mitad,
la mitad irredimible
que levanta sus montes de cemento
donde laten los corazones
de los animalitos que se olvidan
y donde caeremos todos
en la última fiesta de los taladros.
Os escupo en la cara.
La otra mitad me escucha
devorando, orinando, volando en su pureza
como los niños en las porterías
que llevan frágiles palitos
a los huecos donde se oxidan
las antenas de los insectos.
No es el infierno, es la calle.
No es la muerte, es la tienda de frutas.
Hay un mundo de ríos quebrados
y distancias inasibles
en la patita de ese gato
quebrada por el automóvil,
y yo oigo el canto de la lombriz
en el corazón de muchas niñas.
Óxido, fermento, tierra estremecida.
Tierra tú mismo que nadas
por los números de la oficina.
¿Qué voy a hacer?, ¿ordenar los paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son fotografías,
que luego son pedazos de madera
y bocanadas de sangre?
San Ignacio de Loyola
asesinó un pequeño conejo
y todavía sus labios gimen
por las torres de las iglesias.
No, no, no, no; yo denuncio.
Yo denuncio la conjura
de estas desiertas oficinas
que no radian las agonías,
que borran los programas de la selva,
y me ofrezco a ser comido
por las vacas estrujadas
cuando sus gritos llenan el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.


Oh, boy,

Debo confesar que desde el nombre, Federico García Lorca me sonaba a un poeta mamón y aburrido. Mi abuelo recitaba de memoria el Romancero gitano, lo cual aumentaba su índice de uncoolness. Pero cuando descubrí este texto y luego el libro completo, me enamoré de su obra poética. Ya lo he dicho, soy un lector de poesía de clóset.

Y aunque nunca he leído Amor de Don Perlimplín..., confío en la opinión de Buñuel y Dalí. Por algo se publicó póstumamente...

miércoles, noviembre 02, 2005

Augusto Monsteroso



Y cuando despertó, el monstruo todavía estaba ahí.

lunes, octubre 31, 2005

"Los tests de inteligencia sólo miden la capacidad para resolver tests de inteligencia"


(En la foto, William S. Burroughs lee durante un receso de la filmación del video Just One Fix, de Ministry. Una pena que el viejo haya aparecido también en un video de U2, pero bueno, nadie es perfecto).

Leí alguna vez que sólo existen tres autores de literatura punk: Jean Genet, J.G. Ballard y William Burroughs. Los tres eran hombres mayores para cuando Johnny Rotten dio sus primeros berridos.

Quizá la importancia de la obra de Burroughs resida más en su capacidad transgresora, en su desparpajo para entrarle de frente a temas de gran sordidez sin desviar la mirada, a aceptar honesta, cínicamente su relación con las drogas, su condición homosexual.

Pero más allá de ello, me da la impresión que el corpus narrativo (y la poca poesía) de WSB parece diluirse a lado de su personaje. Porque pese a su marginalidad, Burroughs era tan gringo, en el peor de los sentidos, como el pay de manzana.

David Huerta dijo alguna vez que Burroughs pasó por México como cualquier otro turista, sin el menor interés en la cultura y tradiciones locales. Jorge García Robles ironizaba al respecto diciendo que WSB fue contemporáneo de gente como Salvador Novo, de la que jamás escuchó hablar (ni le interesaba).

Quizá el personaje mexicano que más fascinó al tío Bill, al menos uno de los que rankeaba alto, fue Lola la Chata, célebre matriarca del hampa mexicana de los 50, matrona de la heroína y demás drogas, controladora del tráfico de sustancias en nuestra muy noble y leal ciudad.

Burroughs jamás la llegó a ver, pero en su búsqueda de drogas tuvo que enfrentarse indirectamente a la mano dura de la Chata (vinculada, por cierto a unos hermanos que eran sus matones, de apellido Izquierdo Ebrard... un apellido que me suena).

¿Cómo era la vida de WSB en el DF? Casado con Joan Vollmer, recibía una pensión del ejército por estudiar en el Mexico City College. No trabajaba y se la pasaba de fiesta en fiesta, briago o puesto. Fue precisamente durante una borrachera de días cuando le pidió a su mujer (con quien llevaba una relación enferma e intensa) que se pusiera un vaso en la cabeza para "la vieja rutina de Guillermo Tell."

Bang.

Bill fue a dar al tambo, de donde salió gracias a los manejos de Bernabé Jurado, abogado tranza donde los haya. Tuvo que permanecer algún tiempo en libertad condicional hasta que casi un año después pudo salir del país. Empacó sus cosas y se largó a Marruecos, para jamás volver a México.

Ahí viene la segunda conexión con mi abuelo (ya hablé de su amistad con Jurado). Cuando recientemente murió Macharnudo (como firmó como periodista durante toda su vida) pedí que me regalaran su pasaporte, sólo para descubrir una extensa estancia en Tánger, Marruecos, durante 1956, año en el que WSB escribió The Naked Lunch en una habitación de hotel de esa misma ciudad.

¿Qué hacía mi abuelo en Marruecos? No lo sé de cierto, la leyenda cuenta que estando en España un amigo suyo lo invitó a dar un paseo que duró varias semanas y terminó en el África septentrional. ¿Cuántos hoteles para turistas habría en aquel tiempo en Tánger? ¿Ubicaría Macharnudo a aquel gringo loco que mató a su esposa cinco años atrás (fue noticia de primera plana)? ¿Se cruzarían en algún bar, en el Zoco o en el Café Central?

Nunca lo sabré. Mi abuelo siempre fue muy elusivo cuando le preguntaba sobre aquel gringo loco que había matado a su mujer de un balazo, aquel que su amigo había sacado de Lecumberri en tiempo récord.

Casi cincuenta años después llegué a Tánger junto con Deyanira y Pepe Rojo. Veníamos huyendo un poco de España pero también buscando las huellas del tío Bill en esa ciudad. Estaban ya muy diluidas, Recuerdo que pasamos en un taxi frente al famoso hotel, el Hotel Americaine, si no me equivoco. Quise bajarme, buscar alguna placa, alguna evidencia del paso del escritor por la ciudad. No lo hice, como tampoco busqué otras huellas de otros narradores que han pasado por esa ciudad magnética, como Bowles y su mujer, Gore Vidal, el propio Genet.

Cuando García Robles presentó La bala perdida en el CNA, hubo una comunicación telefónica con Burroughs. El salón estaba repleto de entusiastas de WSB de todas las edades, incluidos el Carcass (que parece estar de moda en este blog) y yo. Con su voz cascada, nasal, el viejo se despidió con un gran saludo: "Salut, cabrounes!"



Hace poco di con unas fotos de un muy viejo Burroughs en su vida cotidiana en Lawrence, Kansas, donde pasó la mayor parte de su vida. Los habitantes locales no sabían si enorgullecerse o morirse de la vergüenza de la presencia del autor entre ellos.

Me da la impresión de que alejado de los medios, este frágil anciano con cara de buitre era un educado caballero que compraba sus abarrotes en el súper y saludaba a sus vecinos por su nombre, que regalaba dulces a los niños en Halloween y que de tanto en tanto se quedaba dormido en una mecedora, acaso recordando aquel día de 1951, cuando un tiro fallido cambió su vida para siempre.

Happy Halloween, Unca Bill!

viernes, octubre 28, 2005

"Ojos de insecto que no sueña"



(Gracias al Carcass por rolarme este bonito retrato que le hizo Annie Leibovitz al tío Bill).

La primera vez que supe sobre William Burroughs tenía 18 años. Leí en algún lado que el término heavy metal lo había inventado él.

"Mmm. Interesante", pensé.

Pero al querer encontrar sus libros me encontré con una pared de silencio.

"No, no tenemos nada de él, pero nos llega en quince días", me decían en Gandhi.

"¿Tú conoces a William Burroughs?", le pregunté a Juan Carlos Capuzano, uno de mis profesores de la universidad.

"¿El de Tarzán?", repuso.

Finalmente en la biblioteca de la Ibero di con un libro del viejo beat: Snack, una compilación de entrevistas que dio a la BBC. Estaba en la sección de narrativa norteamericana contemporánea, donde también estaba Barbazul, de Kurt Vonnegut en su edición de Anagrama (pero hablaré de K.V. en otra ocasión).

Fue hasta meses después que di con un par de viejas ediciones de Exterminador y Las últimas palabras de Dutch Schultz en la librería del Parnaso de Coyoacán.

Wow. No entendí nada, pero me voló la cabeza.

Dos años después, de viaje con mis papás por Estados Unidos me di una escapada a una librería de mall mientras el resto de la familia compraba ropa y zapatos.

"Do you have any book by William Burroughs?", pregunté al dependiente.

"Oh, yes, he's the author of The Naked Gun, right?", repuso, confundiéndose con el título de una película de Leslie Nielsen, conocida aquí como ¿Y dónde está el policía?.

Pero no lo tenían.

Tuve que esperar dos años. En 1994, en San Diego, de visita a una Comicon, Bachan, Carcass y yo dimos con Tohu Bohu, una galería-librería que tenía en el aparador montones de libros interesantes ¡y una docena de libros de William Burroughs!

Pero, maldita sea, no tenían The Naked Lunch, que se había vuelto mi obsesión.

Compré casi 100 dólares de libros del tío Bill (de aquellos previos a la devaluación) y al ver mi entusiasmo por el viejo, el dueño del changarro me invitó a pasar a la trastienda y me regaló una vieja edición en paperback del Almuerzo desnudo.

Finalmente, cuatro años después la puede leer.

Y si los primeros libros de Burroughs me volaron la cabeza, Naked Lunch me puso en órbita, con sus imágenes alucinantes, sus atmósferas opresivas, la imaginería cienciaficcionera y su estructura delirante.

Recuerdo especialmente las correrías del tenebroso Doctor Benway y la historia del ventrílocuo que le enseñaba a hablar a su ano (hasta que éste decidía apoderarse del cuerpo).

¿Que de qué se trata Naked Lunch? Uf, no lo sé. Es un descenso al infierno de la heroína. Es una fantasía paranoide poblada de extraterrestres insectoides y horrores orgánicos (nada que ver con el nerdazo de Lovecraft).

Debe haber una trama por ahí. Yo nunca la encotré.

Hace poco comentaba con Ira que es la clase de cosas que si no lees a los veinte años no leerás nunca. Estuvo de acuerdo, ella no lo ha leído, y no lo haría ya.

En algún número de Eightball, Dan Clowes decía que era la clase de material que ahora sólo leen universitarios pretensiosos.

Oh, well...

miércoles, octubre 26, 2005

"Son cosas que pasan"



Así, en español, se refería a la muerte accidental de su esposa Joan el escritor norteamericano William Burroughs (1914-1997). Burroughs le voló la tapa de los sesos a su mujer durante una borrachera en su departamento de la colonia Roma, en la ciudad de México. Se dice que solían jugar una rutina de Guillermo Tell, en el que ella se colocaba un vaso en la cabeza para que él se lo tumbara de un balazo.

Prófugo de la asfixiante vida en la puritana Norteamérica de la posguerra, Burroughs decide establecerse en el DF sin mayor razón que la de no estar en su país. Es visitado continuamente por sus amigos Allen Ginsberg y Jack Kerouac, a quienes había conocido en la universidad e incluso consideraba echar raíces en este país.

Nieto del inventor de la máquina sumadora que lleva su apellido, el viejo tío Bill jamás tuvo que trabajar y gozó hasta el último día de sus vidas de los generosos dividendos de la compañía familiar (hoy Unisys).

Homosexual y adicto a las drogas, la biografía de William Burroughs es una montaña rusa vertiginosa en la que se suceden las tragedias y los desencuentros.

El asesinato --aparentemente imprudencial-- de su esposa lo lleva a la tenebrosa cárcel de Lecumberri, de donde es sacado en tiempo récord por Bernabé Jurado, legendario abogado penalista de los años 50 que era, primera conexión, amigo de mi abuelo.

Burroughs decide entonces establecerse en Tánger, la Tijuana de Marruecos, donde en medio de chutes de heroína y sexo desenfrenado con chamaquitos árabes escribe su segunda novela, The Naked Lunch, colección semi inconexa de apuntes y relatos grotescos aparentemente situados en alguna parte de su imaginario yonqueta.

La primera novela de Burroughs (publicada con el seudónimo de William Lee), Junkie, fue escrita en el DF, antes de su tragedia, en aquellos días en que desayunaba whisky en alguna cantina --hoy derruida-- de la Condesa.

Aparte de recomendar el excelente libro de Jorge García Robles, La bala perdida, sobre la vida del tío Bill en México (de 1949 a 1951), voy a compartirles un poemita escrito hace 20 años, que parece no perder vigencia en la Norteamérica de George Bush (recordemos que el día de acción de gracias es la fiesta tradicional más importante de los gringos, pues celebra el establecimiento de las primeras colonias de los llamados padres fundadores; durante el festejo se cena pavo y papas con salsa de arándano):


Thanksgiving Day, Nov. 28, 1986

For John Dillinger
In hope he is still alive

Thanks for the wild turkey and the Passenger Pigeons, destined to be shit out through wholesome American guts

thanks for a Continent to despoil and poison

thanks for Indians to provide a modicum of challenge and danger

thanks for vast herds of bison to kill and skin, leaving the carcass to rot

thanks for bounties on wolves and coyotes

thanks for the AMERICAN DREAM to vulgarize and falsify until the bare lies shine through

thanks for the KKK, for nigger-killing lawmen feeling their notches, for decent church-going women with their mean, pinched, bitter, evil faces

thanks for "Kill a Queer for Christ" stickers

thanks for laboratory AIDS

thanks for Prohibition and the War Against Drugs

thanks for a country where nobody is allowed to mind his own business

thanks for a nation of finks --yes,

thanks for all the memories... all right, let's see your arms... you always were a headache and you always were a bore

thanks for the last and greatest betrayal of the last and greatest of human dreams.


Wow.

Como dice Poncho Esparza, aquí va la traducción para los que fueron en escuela de gobierno (yo incluido).

Día de acción de gracias, 28 de noviembre de 1986

A John Dillinger
esperando que siga vivo

Gracias por el pavo y las palomas mensajeras, destinados a ser cagados a través de los saludables intestinos norteamericanos.

Gracias por todo un continente para depredar y envenenar.

Gracias a los indios que nos proporcionan algo de peligro y de reto.

Gracias por las grandes manadas de bisontes para matar, despellejar y dejar pudriéndose.

Gracias por las recompensas ofrecidas por lobos y coyotes.

Gracias por el sueño americano, por divulgar y falsificar hasta que su falsedad salga a la luz.

Gracias por el Ku Kux Klan, por los policías que matan negros y se los apuntan en su registro, por las mujeres piadosas y decentes con sus caras mezquinas cansadas, amargadas y hostiles.

Gracias por las calcomanías que dicen "Mata un maricón en nombre de Cristo"

Gracias por el sida de laboratorio.

Gracias por la prohibición y la guerra contra las drogas.

Gracias por un país donde a nadie se le permite ocuparse de sus asuntos.

Gracias por una nación de tarugos.

Gracias por todos los recuerdos... muy bien, enséñame los brazos... siempre has sido un dolor de cabeza y un aburrido.

Gracias por la última y más grande traición al último y más grande de los sueños humanos.



Ah...

Lo siento por la traducción.

Más sobre el viejo tío William Burroughs en los próximos posts.

jueves, octubre 20, 2005

The Good Old Times

"Vamos a ver a Napalm Death", me dijo el Carcass hoy por la mañana.

Con su aspecto de profesor universitario, vestido de suéter y zapatitos negros impecablemente boleados (siempre se vistió así), el Carcass es uno de los metaleros hardcoreholics más radicales que conozco. Un auténtico gourmet de la estridencia.

Nos conocimos en la prepa, en un taller de artes gráficas en el CUM. Eramos un par de outsiders, él fan del metal y el cine gore, yo de los cómics, el punk rock y la ciencia ficción. Una asociación natural.

Fuimos juntos a la universidad, donde estudiamos diseño. Junto con Bachan y Vera formamos un colectivo de moneros, Molotov, con el que publicamos varios fanzines de comics y gore en los que también participaron, entre otros, los hermanos Priego, Ernesto y Rodrigo.

Molotov se disolvió hace más de 10 años. Todos seguimos nuestros caminos, pero ahora que doy clases en la Ibero me he rencontrado con el legendario Carcass, uno de mis gurús personales, gracias al cual conocí montón de grupos y películas extraños. Empezando por la movida del grindcore y el death metal.

"Ya no hay bandas pesadas", nos lamentábamos a coro. La furia de la música de Ministry, Laibach o Morbid Angel parece haberse diluido. El propio Trent Reznor está envejeciendo. Hoy todo suena a Incubus, decíamos como los dos viejitos de los Muppets.

Ir al concierto de Napalm Death sería como descolgarse en uno de los bailes del Fonógrafo del recuerdo. O del Insen.

"Whatever happened to the good old times?", se lamentaba Nite Owl con Rorscharch. La mejor respuesta es la que daba el legendario Fernando Zertuche: "No eran ni tan good ni tan old ni tan times".

"La primera vez que me sentí viejo", decía el Carcass, "fue cuando en el concierto de Type-O Negative empezaron a tocar Hey Jude y nadie la reconoció".

"La primera vez que yo me sentí viejo fue cuando fuimos a ver a Slayer juntos y todos los chavitos tenían diez años menos que nosotros", contesté.

Y seguimos lamentando el estado de las cosas en una mesa de la sala de profesores de la Ibero, minutos antes de irnos a dar clase de 9.

lunes, octubre 17, 2005

FIL Monterrey 2005

En absoluto desorden, obviando hechos y personas, va la crónica de la Feria y el encuentro de narradores de Tierra Adentro:

Salir el jueves temprano al aeropuerto. Coincidir en el vuelo con Daniel Sada, Alberto Chimal, Mayra Inzunza y varias más.

Llegar al hotel, compartir la habitación con Moisés Zamora, escritor mexicano que vive en Los Ángeles.

Durante las comidas, conocer nuevos amigos y encontrarme con conocidos. Ver a Will Rodríguez, Rafa Saavedra, Socorro Venegas, Julián Herbert, entre otros.

La Feria, comprobar que es más de saldos y libros de ocasión.

Toparme con Joserra Ortiz, la auténtica razón que tengo para ir a la FIL de Monterrey. Pasear con él y su novia, Gaby.

Encontrarnos con Beatriz en los jardines del Tec. Secuestrarla por el resto del fin de semana. Comer todos en la ExpoTec.

Leerles a Beatriz, Gaby y Joserra mi cuento en el departamento de este último. Les gusta mucho. Beatriz se conmueve. Se trata de un inédito sobre un inmigrante zapoteco en Marte.

Ir por la noche de reventón nerd con Alberto Chimal, que tampoco bebe.

Ir a la Reforma, cantina de viejitos con Joserra, Gaby, Magali y Beatriz.

Tras de que se fueran las chicas, tomarme una cerveza con Joserra y Alberto en el Caracol, bar donde comienza Tiempo de alacranes.

Ir a comer un hocho del Barrio Antiguo para rematar la noche. Ser parados por la policía por exceso de velocidad.

Desayunar fruta entre un montón de colegas que acabaron crudísimos a las 7 de la mañana.

Toparme todo el tiempo con Eduardo Monteverde en la Sala de Prensa. Comprar su nuevo libro para regalárselo a Ira.

Mesas de lectura en el encuentro. Cada autor lee un texto. Algunos muy buenos.

Enrique Romo y Epigmenio León. ¿Porqué no hay más funcionarios culturales como ellos?

Leer mi cuento en el encuentro de narradores. Ver que aunque me extiendo demasiado, me piden que termine. Recibir felicitaciones.

Libros y libros y libros. ¿Se leerá tanto como se vende?

Comer en un Carl's Jr. con Joserra y Gaby. Convencerlos de que se quedaran un día más en Monterrey antes de irse a San Luis Potosí con la familia de aquel.

Cenar en el Mirador con los asistentes al encuentro. Me acompaña Beatriz, que se sienta con Chimal y yo en una esquina. Nos cuenta sobre su minuciosa cataduría de coca-colas.

Tomarme un café con Daniel Sada. Hablar de autores mexicanos. Recibir como consejos dos de sus actitudes: publicar siempre en editoriales comerciales (no marginarse) y no militar en ningún grupo.

Ir con Chimal, Beatriz y Lulú al Marco. Deslumbrarnos con la exposición de Marco Arce y con el autorretrato de Helnwein que se hiciera célebre por haberse usado como portada de un disco de los Scorpions.

Toparme con viejos y nuevos amigos por los pasillos de la FIL: Mario Bellatin, Rius, El Mastuerzo. Ser presentado con Germán Dehesa.

Mesa redonda con Andrés Acosta, Eduardo Monteverde y Taibo II sobre novela policiaca.

Firmar libros en el stand de Planeta junto con Andrés. La gente llegaba a preguntarnos precios o que si teníamos el de Cañitas. Yo opté por cotorrearlos.

"Oiga, ¿no tiene libros de Ajedrez?", pregunta un señor. "Mire, ya no hacemos porque no son buen negocio, tenemos unos sobre poker, pero vaya a Trillas y pregunte por el libro de Emilio Carrillo, es el mejor que se ha hecho en México sobre Ajedrez." Emilio Carrillo es el papá de Bachan (y deveras publicó ese libro).

Saludar a Armando Alanís, su esposa y su hijo. Él es poeta y presentó mi libro de cuentos la vez pasada que estuve aquí.

Cenar con la gente de Planeta y varios amigos. Entre otros, en la mesa estuvieron Andrés Acosta, Taibo, Rius y los moneros José Hernández y Patricio, a los que no conocía. Yo iba acompañado de Beatriz y Lulú, provocando envidias.

Ir con ellas al Caracol, de nuevo. Decirle a la mesera que escribí una novela que empieza en ese bar, sin que ella entendiera del todo de qué le hablaba.

Pasarnos los tres al Café Brasil, al lado del Caracol, a tomarnos unas malteadas con Sergio Flores, legendario monero regio, veterano del Mad de los 70 (empezó casi adolescente).

Sordidear los tres, como dice Ira, en el Arcoiris, antro gay al que van los heteros por igual. Édgar Reza, colega escritor, diría al día siguiente: "esta gente sí sabe cómo divertirse".

Comer pizza de madrugada en el Café Iguana's mientras hablamos de la imposibilidad del burlar al statu quo, a la máquina. Volver a mi hotel en taxi por la madrugada, para toparme con Moisés, mi room mate, en lobby de vuelta de su propio reventón.

Desayunar el domingo con mi adorado Will Rodríguez. Preparar maletas, ir con Will en taxi a comprar unas glorias al centro.

Ir a transcribir una página del Quijote como otras mil personas. Despedirme de Beatriz. Ir con Lulú al hotel para recoger mis cosas y esperar el transporte que me llevará al aeropuerto. Decir adiós y platicar durante el largo camino con Mario Bellatin. "El camino a este aeropuerto es eterno, nomás en Tokio es más largo", se queja Mario.

Toparme con Andrés Acosta y Will Rodríguez en el aeropuerto, junto con Vicente Quirarte a quien sólo conocía por amigos mutuos.

Tomar el avión de regreso y llegar hecho polvo.

Uf.

viernes, octubre 14, 2005

En Monterrey

Estoy en la Feria del Libro de Monterrey.

Ya he hablado en otras ocasiones de esta ciudad que es como esa clase de amigos que la primera vez que conoces te caen mal y poco a poco vas aprendiendo a querer.

Mis ritos regios de cada visita incluyen una obligada visita al Bar el Caracol, donde situè el inicìo de mi novela Tiempo de alacranes, en compañìa de mi adorado Joserramòn Ortiz, responsable de que me invitaran por primera vez a esta FIL, una visita al Marco y un refìn en el Rey del Cabrito.

El reporte, hasta ahora, es que el Caracol se ha afresado para mal. No he ido al Marco aùn. Y que Alberto Chimal es mi compañero de reventòn abstemio.

Hoy tuve una lectura dentro del encuentro de Jòvenes Narradores. Leì un cuento inèdito que aùn no publico y que tuvo buena recepciòn.

Mañana a las cuatro, estarè en una mesa redonda sobre novela negra con Paco Ignacio Taibo II, Eduardo Monteverde y Andrès Acosta.

Bueno, ya seguirè reportando, por lo pronto me voy a comer un cabrito.

martes, octubre 04, 2005



Mièrcoles 12 de octubre, 7 de la noche. No falten.
Algunas actividades

Muchas gracias a quienes asistieron a la inauguración de mi expo. Los demás, bueno, tienen hasta Halloween para ir. De cualquier manera, pronto habrá una versión digital en línea.

Por lo pronto, quiero aprovechar para invitarlos a varias actividades:

El sábado 8 de octubre Luis Felipe Hernández y Alberto Chimal, entrañables colegas narradores, harán una lectura de cuentos del trabajo realizado por Luis Felipe en Banff, Canadá. El asunto es a las 19:00 horas en el Cuore Café (mismo lugar donde están expuestos mis cuadros), en Álvaro Obregón 179, col. Roma.

El domingo 9 a las 18:00 horas, Andrés Acosta, Eduardo Monteverde y yo estaremos platicando sobre novela policiaca en la Feria del Libro del Zócalo de la Ciudad de México, en el foro 2 de la feria.

Y el miércoles 12 de octubre, lo anuncio con bombo y platillo, se presenta a las 19:00 horas mi novela, Tiempo de alacranes, en la Sala Manuel M. Ponce de (gulp) el Palacio de Bellas Artes, acompañado por Paco Ignacio Taibo II y Juan Hernández Luna.

El fin de semana siguiente estaré en la FIL de Monterrey, pero ya les daré más datos.

Un saludo.

martes, septiembre 27, 2005



Imágenes robadas

20 acrílicos de formato pequeño y medio.

Cuore Café
Álvaro Obregón 179
entre Tonalá y Monterrey
Col. Roma

Del 26 de septiembre al 30 de octubre.

Inauguración viernes 30 de septiembre, 20:00 horas.

domingo, septiembre 25, 2005

En Veracruz

Mañana lunes estaré en la FIL de Veracruz, dando una plática sobre mi novela "Tiempo de alacranes" en la Sala de Videocinferencias de la USBI, Juan Pablo II esq. Ruiz Cortínez, en Boca del Río, a las 19:00 horas.

Están todos invitados.

Imágenes robadas

A reserva de que envíe una invitación más formal, desde mañana lunes se puede visitar mi exposición Imágenes robadas en el Café Cuore, Álvaro Obregón 179, en la colonia Roma. Se trata de 20 cuadros 20, que estarán en exhibición hasta el 30 de octubre (mi mes favorito).

La inauguración será este próximo viernes a las 20:00 horas. Ya les daré más detalles porque ahora estoy haciendo maletas para Veracruz.

martes, septiembre 20, 2005

¡Veinte años!






...y una herida que no termina de cicatrizar.

jueves, septiembre 15, 2005

Bajo un cielo ajeno (5 y final)

París tiene también una cara muy jodida.

Lejos de los museos y los monumentos, de los bulevares y los palacios, hay un París de bares sórdidos y supermercados baratos, de interminables unidades habitacionales y cañerías pestilentes, de prostitutas inmigrantes y pandillas de adolescentes árabes sin futuro. Una ciudad hostil. Un lugar de mierda.

Buscaba el Museé Picasso por un barrio desierto, sin éxito. De pronto, un francés se me acercó con un mapa para preguntarme por una calle.

"Je ne parle pas le Française", le insistía en inglés y español. Cuando estuvo seguro de que era extranjero hizo una seña imperceptible que atrajo a dos sujetos de tipo árabe.

"Police", se identificaron, mostrándome una placas de juguete. Exigieron ver mi pasaporte.

Había oido de este tipo de estafas, más comunes en Europa del Este. Luego dirían que mi documento era ilegal o exigirían ver mis dólares para de inmediato decir que eran falsos o alguna trampa similar para turistas suecos o canadienses. No para un natural del De Efe.

Empecé a alegar con ellos. "Si no aparece una patrulla, no te muestro nada". Ellos insistían, se estaban irritando, incluido el del mapa.

Entonces entendí que me estaban atracando, que eran tres y que yo estaba en desventaja, perdido en un barrio extraño bajo un cielo ajeno.

"No te enseño nada" y me di vuelta para salir corriendo con mi torpeza endémica. Cuatro, cinco cuadras hasta llegar a una avenida. No me detuve hasta el metro. El sabor del miedo inundaba, amargo, mi paladar.

"Hijos de la chingada", mascullé en voz alta, sentado en las escaleras.

Sigo sin conocer el Museé Picasso.

miércoles, septiembre 14, 2005

Bajo un cielo ajeno (4)

La catástrofe acechaba apenas unos años en el futuro, pero aquella nochebuena Nueva Orleans se levantaba majestuosa frente al Mississipi.

Me apretujaba junto a Alfredo en el asiento trasero de la van. Nuestro guía, un señor nacido en Aguascalientes nos llevaba por aquellas calles con olor a vudú que habrían de tragarse las aguas.

"Hay dos razones para no vivir en Nueva Orleans", dijo el viejo, "se llaman julio y agosto." Imagino que hoy debe estar muerto.

"Ese de la derecha es el Café Le Monde... aquel es el City Hall y al fondo del muelle pueden ver el acuario", decía el hombre mientras su camioneta serpenteaba por el French Quarter.

"Ese es el legendario Jazz Preservation Hall, donde un grupo de músicos voluntarios mantienen la tradición del Ragtime y el jazz antiguo, no se lo deben perder." No lo hicimos, esa misma noche escuchamos a la banda de ancianos negros desgranar las notas de un blues primigenio en un escenario que parecía más un garage, sentados sobre bancas de madera.

"Más allá de esta calle es el barrio gay, no les recomiendo que vayan hacia allá, no hay nada qué ver más que banderas de arcoiris. Es peligroso."

Luego nos llevó ladeando el bayou. Casas gigantescas que lo mismo pudieron habitar la tía Polly que Anne Rice. Finalmente volvimos a nuestro hotel por la legendaria Bourbon Street, con aquella canción de Sting dedicada al vampiro Louise reverberando en mi cráneo.

Frente al 209, el hombre nos indicó que ese era el Galatoire's, el restaurante más exclusivo de Nueva Orleans, uno de los más caros de Norteamérica.

"No se le aceptan reservaciones a nadie. Ya pudiera usted ser el presidente de los Estados Unidos que se tendría que formar en esa fila, en este frío de perros."

Debe haber sido cierto, porque al pasar vi a Ray Bradbury esperando pacientemente una mesa.
Bajo un cielo ajeno (3)

"...Aquellas son tumbas romanas", dijo Said señalando unos agujeros perforados en el suelo del risco.

Abajo reventaban las olas del Mediterráneo. Al otro lado del mar, apenas a unas millas, Europa desdeñaba al África. Pero aquella tarde a Tánger parecía no importarle.

"Y esa", continuó diciendo nuestro guía improvisado, "es la casa de Gore Vidal; ahora vengan por acá".

Lo seguimos por calles polvorientas, sin pavimentar. La gente pasaba saludando a Said que bromeaba con ellos en árabe. Las mujeres, cubiertas de velos, parecían indiferentes a nosotros.

"Hace calor, ¿ah? ¿quieren una soda?" y sin que contestáramos nos metió en un zaguán.

Era una chabola miserable que me recordó una marisquería acapulqueña. Said nos sentó afuera, en una terraza alrededor de una mesa de lámina con el logo de coca-cola en árabe y ordenó unos refrescos.

Pepe y Deyanira pidieron coca-colas. Yo, un refresco local de naranja que se llamaba Hawaii. El mesero nos sirvió primero a los hombres. A ella al final.

La cabañita estaba llena de gente que fumaba kif. Said nos ofreció una vez, pero no insistió.

A lo lejos se escuchaba el llamado al rezo.

Ahí adentro nadie le hizo caso.

lunes, septiembre 12, 2005

Bajo un cielo ajeno (2)

"Cuando los locos deambulen por las calles, sabremos que el apocalipsis ha comenzado", me dijo el francés con su español gutural. Iba vestido de negro de pies a cabeza.

Afuera del camión, una lata oxidada con llantas, Sinaloa hervía.

Una lámina herrumbrosa se deslizó lentamente junto a la ventana. "El Rosario, 200 km", decía en letras que alguna vez fueron blancas sobre fondo verde.

Yo pensaba en ti, en lo lejos que puede estar Mazatlán de cualquier lado en el que yo me encuentre y en lo rojo de tu cabello.

"Y es que no hay imagen más desolada que una televisión encendida en el cuarto vacío de un motel a orillas de la carretera", dijo el francesito.

El camión se detuvo en las ruinas de una gasolinería. "Media hora para comer", ladró el chofer al tiempo que abría las puertas.

Todos los pasajeros bajamos con mansedumbre bovina. Algunos comieron en la fonda de la estación. Yo bebí la coca-cola más caliente de mi vida. Seguramente hasta los hielos estaban calientes en ese lugar.

Me paré en la esquina de la carretera y volteé hacia ambos lados, viendo perderse la línea de asfalto en ambas direcciones. Un camino tendido de la nada a la nada.

Pensé en subir de nuevo al camión, pero hacía más calor allá adentro.

Finalmente el chofer volvió a trepar, anunciando que nos íbamos. Al pasar junto a él pude oler los rastros de varias cervezas revoloteando alrededor de sus labios.

"¿No falta nadie?", preguntó el chofer sin la menor intención de esperar. Cerró la puerta y arrancó.

El francés no se volvió a subir.
Bajo un cielo ajeno (1)

Octubre se terminaba sobre Montreal. El invierno se anunciaba ya en el viento helado que hacía revolotear navajas alrededor de los rostros entristecidos de los canadienses. En una sociedad pluricultural como ésa era fácil distinguir a los locales de los fuereños: todos los canacas se visten de negro cuando llega el frío.

En el vagón del metro, como todos los vagones de metro en que he viajado, un silencio espeso envolvía la soledad compartida. Algun adolescente dejaba escapar un poco del ruido que le machacaban los tímpanos desde su discman. algunas personas leían paperbacks baratos de Harry Potter o Stephen King.

Llegué a mi estación, cerca del estadio olímpico. Iba al jardín botánico. Salí al andén envuelto en mi propia melancolía, la que segrega mi sistema mezclada con la de la ciudad. Mala combinación.

Junto a las escaleras eléctricas había un viejo tocando un saxofón. Un rostro sanguíneo surcado de arrugas que dibujaban un mapa de frustraciones. Soplaba algún jazz desganado. Nada que llamara la atención de este habitante del tercer mundo.

Hasta que, cuando iba a mitad de las escaleras eléctricas (¿por qué todo es subterráneo en Canadá?) comenzó a tocar Bésame mucho, de Consuelito Velázquez. Nunca la he escuchado en versión más triste.

Regresé de inmediato a donde estaba. Lo observé fascinado hasta que terminó de tocar.

--Esa canción es de mi país-- le dije mientras soltaba un par de dólares canadienses en el estuche de su instrumento (plata que por otro lado no me sobraba).

--Oh, yeah?-- contestó con desgano y un marcado acento eslavo.

--¡Pero además así se llama mi empresa!

--Oh, yeah?

--Yep-- y me di la vuelta para salir al Parque.

sábado, septiembre 10, 2005

Algo acaba de sanseacabarse

...y cuando salió por la puerta la última caja de tu mudanza, supe que todo se había terminado.

viernes, septiembre 02, 2005

How could God allow this tragedy to happen?



No existen las palabras. Los reportes nos dejan atónitos. No son escenas de una película de desastres, no es ninguna ficción post apocalítica. Esta es la realidad.

La ciudad, inundada. Pandillas armadas que pelean por comida y agua. Cadáveres flotando en las aguas. Miles de damnificados amotinados. Policías que renuncian ante el sinsentido de disparar contra los suyos. Millones de dólares en pérdidas y un presidente imbécil que sólo alcanza a apersonarse hasta el tercer día.

Nueva Orleans en mi recuerdo. Las calles del French Quarter bañadas por la bruma del misterio, las grandes casas a las orillas del bayou, la vibra de brujería en cada esquina, y una de las ciudades más pobres de Estados Unidos más allá del distrito turístico.

Las salchichas de cocodrilo, la comida cajun. El Jazz Preservation Hall donde un grupo de músicos voluntarios tocaban ragtime para los turistas. La ciudad de Anne Rice y Rob Zombie. La ciudad que recibió en el exilio a Benito Juárez.

Desaparecida. Como una Sodoma moderna. Ahogada bajo la furia acuática de Katrina.

¿Estará el planeta queriendo sacudirse de su peor plaga? ¿Habrá llegado el momento?

jueves, septiembre 01, 2005

El pasado 22 de agosto, Natasha, la hija del escritor Carlos Fuentes y la periodista Sylvia Lemus, apareció muerta debajo de un puente en la colonia Morelos, en pleno Barrio de Tepito.

No creo que exista dolor más grande que enterrar a un hijo. He visto dos casos cercanos, mi amiga Ixchel y mi primo Francisco. A ambos les he dedicado sendos libros míos.

Aún recuerdo cuando Francisco murió. No abundaré ahora en la historia, que aún me estremece. Lo que quiero consignar fue que en aquella, la noche más amarga de mi vida, mi papá y yo escuchamos al tío Gabriel llorar hasta el amanecer(y mientras lo escribo se me humedecen los ojos).

Bernardo, el ingeniero Fernández, el bloque de hielo más sólido que conozco, me dijo¨"Yo en su lugar, me volvería loco."

Hace 6 años murió Carlos, el otro hijo del matrimonio Fuentes Lemus, también en circunstancias trágicas (toda muerte prematura lo es).

Qué dolor. Qué maldición, sepultar a tus dos hijos.

No conozco a don Carlos ni a Sylvia. No conocí a ninguno de los chicos. Ni siquiera soy un gran lector de la obra del papá. Pero conozco el dolor humano, me ha pasado por los lados, ha rozado mis dedos, me ha dejado cicatrices.

Por ello me solidarizo en el dolor con ellos y con quienes han vivido este dolor inmenso. No hay consuelo ante una pérdida como ésta.

Que Natasha descanse en paz, donde quiera que esté.

PD: Desde aquí un beso a Josefina, Gabriel y Elena. Los quiero. Y a Malena.

miércoles, agosto 24, 2005

Úchale

El problema es que tenemos de vecino al mayor gigante industrial del planeta, cuya sociedad es una devoradora compulsiva de bienes de consumo. En Norteamérica, EEUU y Canadá, las cosas usadas son menos que basura.

Ello incluye los autos.

Con una economía basada en el crédito, a cualquier ciudadano productivo le es posible hacerse de gran cantidad de bienes y productos. El hecho de que se tenga que endeudar de por vida con un saldo impagable es un mero detalle.

Nuestra economía, por otro lado, está basada... mmm, ahora que lo veo, está basada en nada. Por ello la gente guarda su dinero debajo del colchón, donde por lo menos tiene la seguridad de que no se la va a robar el banco para luego volverle a robar para pagar el rescate bancario. Que venga una devaluación y su dinero se convierta en cenizas son detalles nimios.

Por ello, cuando alguien ha juntado un dinerito y quiere comprarse un auto, no busca, como hacen nuestros primos del norte, el modelo que más envidia provoque en sus vecinos, sino el más barato. Qué le hacemos, en el jodidaje funcionamos así.

Por eso, no es de extrañarse que haya un mercado natural de autos usados norteamericanos entre las clases populares mexicanas. Después de todo, ellos quieren deshacerse de ellos y nosotros, bueno, nosotros queremos coches.

No voy a abundar sobre la idea apocalíptica de que TODO mundo tenga auto. Es una pesadilla que me rebasa.

Lo que creo es que este planeta no tiene recursos naturales, ya no hablen de economía, como para que toda la humanidad consuma al ritmo de los gringos. Imaginen a los chinos o a los indios, por ejemplo, estrenando coche todos los años.

Pero no quiero irme a niveles tan cósmicos. El punto es que la tolerancia a los llamados autos chocolates y su legalización ha provocado un torbellino de reacciones sociales en nuestro país.

Que si debilita al sector automotriz establecido, que si la industria nacional, que si de devalúan los autos usados, que si esto, que si aquello.

Lo que me parece muy triste es que siendo el patio trasero de Norteamérica, siempre acabemos bailando con la más fea. ¿Acaso los canadienses se preocupan por comprar o no autos gringos de segunda mano? No, entre otras cosas, porque tienen una férrea economía, de las pocas con crecimiento, y no necesitan consumir la basura de sus vecinos (tampoco creo que se vendan pacas de ropa usada "americana" en Toronto o Vancouver).

Si la economía mexicana hubiera sido fuerte desde un inicio, habría fuentes de trabajo para todo mundo. Habiendo trabajo existe la posibilidad de tener remuneración justa por el trabajo y por lo tanto, conseguir satisfactores. Entonces se puede cimentar la economía en el crédito ya que el ciudadano tiene la certeza de poder pagarlo en la medida que haya trabajo que le permita pagar los réditos (que pase el resto de su vida trabajando para la tarjeta de crédito es otra cosa) y todos son felices.

¿Quién sabe? A lo mejor hasta podria haber una auténtica industria automotriz mexicana, como sucede en Europa, que compitiera con los autos gringos. Quizá la gente preferiría comprar, como decía Abel Quezada, un Pérez o un Sánchez a un Ford o un Chevrolet. Bueno, no, se tendrían que llamar Accelerator Turbo 2300 o Hot Roamer, porque ya ven cómo somos de malinchistas.

Pero no es así. Importamos los autos y maquilamos algunos. Dependemos de capitales y tecnología extranjera. Nuestros empresarios y banqueros, políticos y líderes sindicales se han dedicado a saquear a este pueblo de ladrones que a su vez, cada que puede, le roba al que se descuida.

¿El resultado? Una industria nacional raquítica y empobrecida que tiembla cada que se libera algún arancel del TLC, o de plano desaparece como la electrónica nacional.

Y por eso, la gente que quiere comprarse un carrito, apenas tiene un dinero ahorrado, ante la imposibilidad de ser objeto de crédito, tiene que...

Hey, un momento, ¿no estamos caminando en círculos?

jueves, agosto 18, 2005

Cecilia Pego On Line



Propios y extraños saben que Cecilia Pego no sólo es una de las mejores moneras de este país. Además de ello es una talentosa pintora que ha conjuntado su vocación de caricaturista con los pinceles y el óleo.

Ahora Ceci ha empezado un blog en el que promete deleitar a sus fans (entre los que me cuento) con sus inquietantes imágenes. Entre 70 millones de blogs que hay en el mundo, creo que es uno que vale la pena visitar.

Tarot

Érika Mergruen no sólo es una mujer inteligente. Es una buena escritora. Escribe poesía y narrativa, además de tener un blog que siempre me divierte.

Pero sumado a lo anterior, Érika es experta en Tarot y ahora, en colaboración con los compas de Fatal Espejo y el centro cultural Casa Tomada (qué gran nombre), da un curso de introducción al Tarot de Marsella.

Se trata de conocer este sistema de conocimiento, saber de sus orígenes e historia y "recuperar el justo valor de esta tradición más allá de la adivinación y la superstición", yendo carta por carta y profundizando en la manera de leerlas e interpretarlas.

Son 12 sesiones de dos horas cada una, todos los sábados desde el 20 de agosto (es decir, pasado mañana). El costo es de $1,200.00 o tres pagos de $500.00. El lugar es en el Centro Cultural Casa Tomada (Callejón de Romita #8, colonia Roma, a dos cuadras del metro Cuauhtémoc)

Interesados (estoy seguro de que no se van a arrepentir) pueden llamar al 56 15 8349 o escribir a contacto@fatalespejo.com.mx y osiazul@yahoo.com.mx.

Saber contra creer

Fui educado en el método científico. En un ambiente familiar donde no había cabida para adivinaciones, magia o ritos. Con trabajos entraba la religión.

Se me inculcó la importancia de saber las cosas por su causa verdadera en lugar de creer en explicaciones mágicas. Se me alejó de cualquier tipo de augurio ritual. En mi casa jamás se ha aparecido un fantasma. Nunca hemos visto un ovni.

Por ello, hablar del Tarot me causa un poco de extrañeza. Sin embargo, pese a esa formación, a estar convencido de que existe una razón lógica para todas las cosas que suceden y que hay una serie de reglas que rigen el universo, estoy convencido de que hay lugares, momentos y circunstancias muy especiales en los que estas reglas se anulas y la piedras caen hacia arriba (por decir lo menos).

Estoy seguro de que la ciencia y la magia son sistemas simbólicos que el hombre ha creado para explicarse el universo. Pero prefiero quedarme del lado de la segunda ley de la termodinámica que del karma.

Pero haber meigas, haylas.

Hace poco fui sorprendido con una lectura de cartas acertadísima. Me he leido las cartas dos veces en mi vida (sé que es una revelación que sorprenderá a mi familia, que mi lector favorito --escéptico irredento--se va a burlar de mí hasta la ignominia). El hacerlo, en ambas ocasiones, fue como una travesura gorda, un ir contra mi educación, algo así como fumar marihuana.

Pero me sorprendí, y mucho.

¿Sincronicidad? ¿Poderes ocultos? Mmm. Creo que prefiero no averiguar. Ni volverme a leer el Tarot.

Pero los interesados, no dejen de ir al curso con la Mergruen. A lo menor también a ustedes los sorprenden...

miércoles, agosto 10, 2005

25 razones para no ver la televisión (mexicana)

1) No tengo, carezco de aparato receptor. Ello me ha convertido en un freak digno de lástima. Los ojos se agrandan con incredulidad cuando digo que no tengo televisión ("¿Deveras? Pobrecito").

2) Los comerciales (¿necesito decir más?).

3) La televisión, dice Sartori, traslada la naturaleza de la comunicación de la palabra hacia la imagen con consecuencias gravísimas: una cultura audiovisual es incapaz de generar pensamientos abstractos. Una multitud de receptores masivos de estímulos audiovisuales es una multitud de seres fácilmente manipulables.

4) Con la cantidad de energía que consumen los televisores del D.F. en una sola noche se podría iluminar una ciudad pequeña durante una semana. Tlaxcala, por ejemplo.

5) Pareciera que cada país tiene la tele que se merece. Al tigre Azcárraga se le atribuye el haber dicho que él simplemente producía "entretenimiento para jodidos".

6) El mismo Azcárraga, sellando las bodas del cielo y el infierno entre T.V. y dictablanda priísta, se autoproclamó "un soldado del PRI".

7) Sólo hay algo peor que Televisa: T.V. Azteca.

8) Y sólo una cosa es peor que T.V. Azteca: las revistas dedicadas a los chismes de actores y cantantes que aparecen en la caja idiota. Hojear un Tele-Guía, Tvnotas o Teve y Novelas ofrece el más desolador panorama de la cultura mexicana.

9) Contratar televisión por cable es como invitar a la casa a un vampiro a beber de tu venas. O por lo menos como tenderle el brazo a una sanguijuela.

10) No hay amante del cine que no esté de acuerdo conmigo: no hay peor insulto a una buena película que verla en la tele (y doblada, peor)

11) En Estados Unidos los niños en edad prescolar ven en promedio tres horas diarias de televisión. Los chicos ente seis y doce años median cinco horas. Se calcula que para cuando tienen 10 años han visto unos cinco mil asesinatos en la pantalla.

12) Una persona que ve cinco horas de televisión al día pasa anualmente 1825 horas sentado o acostado frente a su monitor. Ello equivale a 76 días con sus noches, es decir, dos meses y medio. Poco más de una quinta parte del año mamando de la teta de vidrio.

13) Un ejemplo literario recogido al azar sobre el arraigo de la TV en norteamérica: en su cuento Pi in the Sky (Pi en el cielo), el escritor Rudy Rucker sitúa a sus protagonistas, una pareja de recién casados visitando al hermano de ella, que trabaja de buzo en una isla del Caribe. Escribe Rucker: Andrew (el hermano) se lanzó a contar una serie de historias conexas sobre los tipos raros a los que había guiado en las profundidades. Julie, su esposa, acotaba los detalles. Una vez que empezaban, Andrew y Julie podían hablar toda la noche. Aún no había señal decente de TV en la isla, y la gente acostumbraba a pasar las tardes envueltos en interminables pláticas (...) Como si lo raro ¡fuera platicar!

14) Jean Baudrillard en su libro América dice que no hay imagen más desolada que una televisión encendida una habitación vacía.

15) En una entrevista radiofónica, Alejandro Jodorowsky dijo que sólo la Televisa de Azcárraga le había hecho más daño a México que el PRI. Del mismo modo, dudo que nadie le haya hecho más daño individual al castellano que Chespirito.

16) La telera nacional ejerce una especie de efecto del Rey Midas pero al revés: todo lo que toca se convierte en miasmas. El ejemplo que me viene a la mente es el lamentable paso del maestro Juan José Arreola, sin duda el mayor cuentista de las letras mexicanas de la segunda mitad del siglo XX, reducido a un payaso amariconado en sus tristes intervenciones en la TV nacional (¿alguien lo recuerda en duelo dialéctico con Thalía?).

17) ¿Y qué tal las insoportables series culturales de Octavio Paz?

18) La TV podría ser una universidad casera instalada permanentemente en las salas de los hogares mexicanos. Desde luego, nadie la vería.

19) La frivolización de los contenidos me repugna. Como la excesiva cobertura que tuvo el caso de Gloria Trevi (quien se atrevió a decir que ella también era una muerta de Juárez).

20) Hasta un par de años comía en una fonda donde invariablemente había cuatro televisores, uno en cada esquina, sintonizados en algo llamado VidaTV, donde un grupo de concursantes que parecían haber sido escogidos por su deformidad iban a contar chistes para ser juzgados por unos conductores aún más deformes. Ese programa solito es suficiente razón para no volver a encender la televisión nunca más.

21) No hay nada más triste que escuchar a alguien decir la frase de moda de la televisión suponiéndose chistoso. Algunos ejemplos del pasado: "Es que no me tienes paciencia", "No hay, no hay", "Lástima, Margarito", "Ya ganó, ya ganó", "Pregúntame" y un largo --y triste-- etcétera. Las modernas, afortunadamente, no las conozco.

22) Paty Chapoy. ¿Necesito decir más?

23) Cito a Naief Yehya: El bombardeo informativo tiene como función el no informar nada. Sigan viendo CNN (por no hablar de Hechos y el noticiero de López Dóriga).

24) Dos palabras: cáncer ocular.

25) Y como dijo el abuelo de Los muchachos perdidos cuando le preguntan porqué está suscrito al Tele-Guía si no tiene receptor: "Leo el Tele-Guía todas las semanas para ver qué hay en la tele. Es la mejor razón para no tener televisión."