martes, enero 16, 2007



La biblia del ateo

ATENCIÓN: Lo que sigue es la opinión personal del autor de este blog respecto a las religiones organizadas y su posición frente a la presunta existencia de dios. Si consideras que puede resultarte ofensiva, no leas esta entrada y evítate disgustos. De nada.

"No puedes mezclar ciencia y religión porque acabas ateo", me djo Daniel Lerdo, mi profesor de matemáticas de la secundaria. En realidad, creo que la religión y sus fundamentos no soportan el análisis riguroso del pensamiento científico.

Por esas mismas fechas, 1984, me negué a volver a entrar a una iglesia. No he vuelto desde entonces. He enfrentado momentos de gran angustia, como todo mundo, pero ya no pude desandar el camino. Sabía de alguna manera sobre la inutilidad de elevar una plegaria al vacío.

Soy un ateo orgulloso.

En noviembre pasado, regresando de Europa a México, Rebeca y yo hicimos una escala de varias horas en el aeropuerto de Heathrow. Ahora que todos los aeropuertos del mundo se han convertido en malls, al menos ofrecen la ventaja de tener librerías (y en algunas salas, qué maravilla, máquinas expendedoras de libros).

En nuestra espera dimos un repasón a los estantes de novedades, del cual Rebeca extrajo el último libro de la serie de Lemony Snickett, de la que es fan, y yo, Cell, la penúltima novela de Stephen King (que aún no leo) y The God Delusion, de Richard Dawkins.

Es difícil resumir en pocas líneas quién es Richard Dawkins y qué ha hecho en esta vida. Biólogo evolucionista por Oxford, continuador de la obra de Darwin, es uno de los intelectuales Europeos más respetados.

Dawkins es un activo divulgador de la ciencia y creador de la teoría del gen egoísta y del término meme, que se refiere al equivalente cultural de los genes (es decir, la manera en que las ideas se reproducen a la manera de genes, muy en la línea del concepto del lenguaje como un virus de William Burroughs).

Altamente respetado en el mundo académico, mr. Dawkins ha publicado una docena de libros que básicamente han profundizado en la teoría de la evolución de Darwin, con la intención de popularizarla entre el gran público.

Ahora Dawkins vuelve con un libro maravilloso y conmovedor. The God Delusion pretende, en palabras del autor, lograr que quien tenga dudas acerca de la existencia de dios las disipe y aquél creyente que lo lea se vuelva escéptico al terminar el libro.

Dawkins hace una defensa cienfífica del ateísmo. Expone algunas de las demostraciones teológicas de la existencia de dios (como la de Santo Tomás de Aquino) al rigor de un análisis científico e invariablamente llega a la misma conclusión: la complejidad de este universo es producto de millones de años de evolución, un esquema complejo en el que no hay cabida para un ser sobrenatural, creador de todas las cosas y celoso observador/protector de la humanidad.

Con gran honestidad y valentía, Dawkins defiende la posición del escéptico, sabedor del gran prejuicio general que pende sobre quienes declaran públicamente no creer en dios, rebate el prejuicio de que una persona no religiosa es amoral e incluso aporta evidencia estadísitica sobre la inexistencia de los milagros y la supuesta efectividad de la oración.

Criticado por la virulencia con que deja caer sus ataques sobre las más importantes religiones organizadas (cristianismo, judaísmo e islamismo), Dawkins no resiste la tentación de vertir no poco vitriolo sobre las creencias de los religiosos fundamentalistas. Cuestiona las grandes inconsistencias de la Biblia (aunque reconoce su importancia cultural) y pone en tela de juicio la pertinencia de imponer un libro, producto de su contexto histórico, como referente moral universal.

Al mismo tiempo, Dawkins hace una defensa del conocimiento científico, que básicamente se refiere al saber las cosas por sus causas naturales a través del análisis racional (¿hay de otro?), posición encontrada inevitablemente ante la imposición de dogmas religiosos incustionables.

Como bien puntualiza el autor, las religiones organizadas y quienes la profesan sienten la obligación de convencer a los no creyentes de la existencia de dios, mientras que los escépticos suelen ser bastante más respetuoso. Al respecto, Dawkins cuestiona el respeto casi reverencial que se da a las creencias religiosas ajenas (es decir, critica los excesos de la corrección política y sus absurdos). Devastador, dice: "estoy obligado a respetar las creencias religiosas de mi vecino en la misma medida en que respeto su creencia de que su esposa es hermosa y sus hijos, inteligentes."

Si bien hay momentos en que don Richard es excesivamente radical incluso para ateos como yo, The God Delusion, cuya traducción más cercana sería para mí El engaño de dios, es un libro bienvenido en un escenario mundial donde las creencias religiosas han jugado un creciente papel en la toma de decisiones político-económicas (saludos a George Bush).

Quizá por ello, es tan conmovedora la campaña de publicidad que se le ha hecho al libro en Estados Unidos, donde se ve una foto de las torres gemelas de Nueva York con la frase "Imagine no religion" ("Imagina que no hay religión"), de John Lennon.

Un libro conmovedor, divertido y sumamente inteligente, recomendable tanto para escépticos como creyentes. Una biblia para los ateos.

Y una gran lectura para iniciar el año.

Amén.

(Al parecer pronto habrá una edición en español, pues sé de buena fuente que los derechos de traducción fueron comprados por una editorial española. Ojalá tenga una buena traducción.)

miércoles, enero 10, 2007


400

Este blog llega ya a su tetracentésimo post (¿se dice así?). Quizá haya alguna sorpresilla en el futuro, pero por ahora me guardo el as bajo la manga.

Quería que este fuera un texto especial, por lo que me cae como perlas la columna de Martín Bonfil publicada hoy en Milenio (echando manos de palabras de otros, parafraseando a don Mario Benedetti).

El asunto es que me parece urgente hacer eco de lo escrito por mi amigo Martín. Hace muchos años, los Polivoces hacían la broma de que iban a chupar a una cantina que se llamabe "El hígado no existe." Pero el SIDA sí, y por ello me parece importante reproducir aquí su texto.

Y para quien lo dude, ahí les dejo esa bella (si cabe) microfotografía del virus...

MILENIO DIARIO
La ciencia por gusto

Sida, ignorancia e irresponsabilidad

Martín Bonfil Olivera
10 de enero de 2007

Se me adelantó Luis González de Alba cuando el lunes se indignó ante la reciente y peligrosa campaña de desinformación sobre el sida.

El asunto salió a flote cuando el periodista Ricardo Rocha presentó en su programa Reporte 13 varios reportajes sobre los "disidentes" o "escépticos" del sida.

Aunque usted no lo crea, son científicos más o menos serios (y varios charlatanes, como los de la asociación "Vivo y sano") que creen que el sida no es causado por un virus, el VIH, sino por drogas, medicamentos o desnutrición. No son expertos en sida, pero tienen datos y argumentos para defender su postura. Sólo que existen muchas, muchísimas más pruebas a favor de la teoría contraria.

Esto no tendría nada de raro si fuera un debate científico cualquiera (digamos, sobre la existencia de vida en Marte). Pero el sida es diferente: es un gravísimo asunto de salud pública. El gasto social para enfrentar el creciente número de infectados es enorme. La prevención de nuevas infecciones principalmente mediante el adecuado uso del condón es literalmente asunto de seguridad nacional.

Ante esto, y más allá de la libertad de prensa, difundir las erróneas teorías de los disidentes del sida es verdaderamente criminal.

Sólo piense: según los disidentes, el VIH no causa el sida (otros, más delirantes, afirman que el virus ¡no existe!). Conclusión obvia: no tiene caso usar condón para prevenirlo. Consecuencia: una creciente ola de infecciones.

Pero hay más: según ellos, los medicamentos antirretrovirales usados para tratar a quienes están infectados ¡son la causa de sus síntomas! El aterrador efecto es que hay ya decenas de pacientes que están abandonando los únicos tratamientos comprobados que pueden mantenerlos sanos.

Para ejercer el periodismo científico se requiere estar preparado. Rocha creyó que sólo porque son científicos, sus entrevistados eran fuentes confiables. Pero los científicos también se equivocan. Al no saber cómo funciona la ciencia y escuchar la voz de una minoría, ignoró el consenso prácticamente total de la comunidad científica internacional: el sida es definitivamente causado por un virus; el contagio puede evitarse usando condón, y las terapias antirretrovirales mejoran la esperanza de vida de los infectados casi indefinidamente.

Quien divulgue lo contrario, como hizo Rocha, muestra no sólo gran ignorancia, sino mucha irresponsabilidad.


Comentarios: mbonfil@servidor.unam.mx

martes, enero 09, 2007

De vuelta a la escuela

Inicio de semestre. Reanudar la rutina. Pararse temprano los martes y jueves. Manejar hasta la universidad. Enfrentar el tráfico, llegar a clase, pasar lista. Volver a decirles de qué se va a tratar el curso, ver sus caras llenas de una mezcla de apatía e indiferencia.

Este semestre daré dos grupos de Ilustración 2. Medios digitales. Veamos qué tal nos va.

Como cada semestre, comienzo preguntándoles cómo se llaman. Qué libro fue el último que han leído. Muchos (¿o debo decir 'muchas'? después de todo la mayoría son mujeres) se sorprenden con la pregunta.

'Leí un libro que nada que ver con la carrera', me dice una de ellas. 'Sería tristísimo que sólo leyeras libros de diseño", le contesto.

Muchos Códigos Da Vinci, demasiadas Crónicas de una muerte anunciada. ¿Qué no hay otros libros?

La sorpresa: uno de mis alumnos acaba de leer The God Delusion, de Richard Dawkins, sobre el que me quiero detener con detalle en el siguiente post. Este chaval promete, promete...

Con expresión de ofendido, el siguiente alumno me dice, quizá un poco apabullado del excesivo entusiasmo que muestro por el que leyó a Dawkins: 'Yo acabo de leer uno que se llama Conversaciones con Dios'.

Mmm. Nunca he sabido que nadie, absolutamente nadie --como no sea en un delirio-- haya hablado con dios. Se lo digo.

'Bueno', responde, 'es algo así como meditación...'

Declaro que soy ateo. Cuando veo más de un par de ojos abrirse como platos, aclaro que soy un ateo respetuoso.

'La gente religiosa', les digo, 'suele querer convertir a los ateos en creyentes. Los ateos no buscamos convertir a los religiosos en escépticos.'

Siguiente, por favor.

Dicen leer a Vargas Llosa. Novelitas rosas ('era tan mala que ni del título me acuerdo'). Nadie lee ciencia ficción. Ni clásicos. Sé que muchos mienten, que dicen el título que logran recordar de algún libro leído en la prepa. Diseño es una carrera que puedes terminar sin leer un solo libro completo. Qué vergüenza.

'Cuando estoy terminando de leer uno empiezo con el que sigue', dice una chica que tuve hace dos semestres. Cuando le digo que yo leo varios al mismo tiempo, me dice que ella se hace bolas con más de un libro. Le comparto mi secreto: lee uno de ficción y otro de ensayo.

'La única manera de alimentar su cerebro', pontifico, 'es a través de la lectura. Si leen basura, tendrán un cerebro basuroso. Si no leen nada, tendrán un cerebro raquítico.'

'Yo no leo nada', 'La verdad, no tengo la costumbre', dicen varios. No opino. Pero por dentro me corroe la tristeza.

Pero la mañana se la lleva una alumna que, supongo que para quedar bien, me da una respuesta digna de Vicente Fox: dice que está leyendo un libro de Gael García Márquez...